Cobarde, rastrero y chueco hasta el final

El presidente Gabriel Boric cumplió con el pacto de impunidad que había sellado, antes de asumir el cargo. con el jefe de Carabineros, el general Sergio Yáñez. Lo mantuvo en el cargo hasta el último día hábil antes de su formalización por crímenes de lesa humanidad. Y nombró al delfín de Yáñez como nuevo general director.

30 de septiembre de 2024

Hasta el último día, Yañez intentó frustrar la audiencia de formalización fijada para el lunes, 1 de Octubre. Lo había logrado éxito durante casi un año. Pero este viernes la Corte de Apelaciones rechazó un recurso de amparo con el que quería aplazar su comparecencia. El motivo que adujo: uno de sus abogados se había enfermado. La tajante resolución contraria no amilanó litigiosidad de Yáñez: ingresó otro recurso, ante la Corte Suprema.

Sin embargo, en esta ocasión, y siguiendo un guión elaborado junto a La Moneda, en la tarde presentó, finalmente, su renuncia al cargo de general director de Carabineros. Antes se tomó un tiempo para celebrar ¡su cumpleaños!

Tras reunirse con el presidente Boric en La Moneda, Yáñez insistió que su dimisión fue enteramente una decisión suya.

Probablemente, eso sea verdad. En su estrecha relación Boric, siempre fue Yáñez el que marcaba la pauta. El vínculo con el mandatario se formalizó en un encuentro en Punta Arenas en diciembre de 2021, en que el entonces presidente electo Boric anunció la ratificación de Yáñez en el cargo.

Diciembre de 2021: el inicio del pacto de impunidad Boric-Yáñez

El ascenso de Yáñez fue una de las últimas decisiones significativas de Sebastián Piñera como jefe de Estado, adoptada después de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales.

Muchos creyeron, entonces, que la designación de Yáñez, realizada ostensiblemente sin consultar a Boric, significaba un intento de forzar la mano del nuevo mandatario.

Los hechos posteriores, sin embargo, sugieren que el jefe de Carabineros fue parte de un pacto más amplio de impunidad por los crímenes cometidos por las fuerzas represivas durante el levantamiento popular de 2019 y los años posteriores.

Ese acuerdo incluyó, desde luego, garantías de que el propio Piñera no sería perseguido judicialmente por sus responsabilidades en esos actos.

Los cargos que se le presentarán a Yañez este lunes corresponden a la comisión de los delitos de apremios ilegítimos con resultado de lesiones graves y homicidio. Esa ha sido la vía legal mediante la cual se ha buscado, en contados casos, perseguir los delitos de lesa humanidad del último período.

En particular, por lo que se ha informado, se le imputaría a Yáñez, en su entonces calidad de jefe de Orden y Seguridad de Carabineros, haber omitido las medidas necesarias para terminar con los ataques en contra de la población civil.

Irónicamente, ese fue el preciso tema del famoso informe en derecho del jurista alemán Kai Ambos, requerido por el actual ministro de la Corte Suprema Jean Pierre Matus y que fue pagado con las platas truchas de los estafadores Sauer y Hermosilla, en ese momento, supuestamente para ser usado en la acusación constitucional en contra de Andrés Chadwick Piñera en 2019.

La salida de Yáñez, pese a su edulcorada puesta en escena, su suma a una larga cadena de jefes de Carabineros que dejaron sus cargos señalados como criminales.

Esa serie comienza con César Mendoza, quien dejó la institución luego del horrendo crimen en contra de tres militantes comunistas en 1985. Sigue con el general Rodolfo Stange, implicado en el mismo caso. Continúa con Fernando Cordero, que puso a sus hijos como beneficiarios de millonarios contratos truchos con Carabineros. Siguió con los generales Alberto Cienfuegos y Manuel Ugarte, ambos involucrados en los esquemas de defraudación que se conocerían más tarde como Paco-Gate. Su sucesor, Alejandro Bernales, también fue parte de esa corrupción. Murió en accidente de helicóptero en Panamá, mientras realizaba una gira de compras de relojes lujo y joyas.

Todos los demás que siguieron -Eduardo Gordon, Gustavo González Jure, Bruno Villalobos, Hermes Soto, Mario Rozas- se fueron bajo la sombra de procedimientos judiciales por corrupción, montajes y asesinatos.

A fines de 2018, Sebastián Piñera había descabezado a toda cúpula de Carabineros para nombrar a Rozas. Boric, en cambio, optó por seguir las instrucciones del propio Yáñez y elevó a su protegido, el general Marcelo Zapata, como nuevo general director de Carabineros.

Las expectativas de los funcionarios policiales de que el nuevo jefe de la institución sea un oficial “de calle”, es decir, que haya hecho carrera dirigiendo comisarías, chocaron con la designación de un general perteneciente a los ámbitos más truculentos y corruptos de Carabineros.

Araya ascendió en la sección de inteligencia, fue jefe de drogas en la zona norte, estuvo a cargo de asuntos internos, dirigió a Fuerzas Especiales en la llamada “macrozona sur”; desde 2020 fue el responsable de Orden y Seguridad, y fue nombrado subdirector por Yáñez.

Un currículum, digamos, y de continuidad… del robo, de la represión, de los engaños y la corrupción generalizada.