Terminó la teleserie

Dos meses después de las elecciones y el intento de golpe en Venezuela, importantes sectores de la oposición tiran la toalla. El autoproclamado “presidente electo” Edmundo González negoció con el gobierno de Maduro su salida a España. El desenlace de esta trama demuestra que, desde un comienzo, las alegaciones de fraude electoral eran sólo el pretexto para provocar un golpe.

27 de septiembre de 2024

No con un estruendo, sino con un sollozo. Así terminó la telenovela política venezolana que mantuvo durante semanas la atención del continente. Edmundo González, quien fuera presentado como el “verdadero ganador de las elecciones” del 28 de junio pasado, abandonó sus pretensiones a cambio de viajar, bajo el estatus de refugiado político, a España.

Un avión militar lo trasladó a Madrid, con escala en República Dominicana y las islas Azores. A su llegada, omitió lo que la opinión pública esperaba: una explicación sobre su sorpresiva salida del país. Prefirió el silencio.

Los gobiernos involucrados en las negociaciones sobre su salida, en cambio, ofrecieron información relevante. Por ejemplo, las autoridades holandesas revelaron que González había obtenido asilo en la residencia del encargado de negocios de la embajada de Países Bajos un día después de las elecciones que, dizque, había ganado.

Ese hecho confirma lo evidente: desde un primer momento, la estrategia opositora buscaba, no reclamar una victoria legítima por medios políticos, sino desencadenar, una vez más, un cuadro de desestabilización que provocara la caída del régimen chavista.

Sin embargo, la movilización de sus partidarios no acompañó el plan y los gobiernos que se habían coludido para darle un apoyo político y cobertura diplomática al golpe se quedó en el aire.

A la luz de estas revelaciones, se entiende mejor la desazón que provocó en el gobierno de Boric el cierre de la embajada chilena en Venezuela, junto a las de varios otros países del continente que se habían coaligado para apoyar la intentona golpista.

Sin el apoyo logístico que se pretendía dar, “en terreno”, a la oposición, los reclamos “democráticos” de esos gobernantes perdieron eficacia.

González abandonó su residencia holandesa sólo cuando sus negociaciones con el gobierno de Maduro y las autoridades españolas ya se habían cerrado con un acuerdo.

Las redes sociales dan cuenta del sentimiento de traición y derrota en el ala más reaccionaria de la oposición venezolana. Previamente, los principales partidos que habían postulado la candidatura de González se habían distanciado, ante la justicia, de la estrategia de las actas levantada por la oposición.

Este esquema, recordemos, no consistía en usar las copias de las actas de votación que obraban, supuestamente, en manos de la oposición como una prueba de un fraude electoral. Al revés, su único uso era el de legitimar la proclamación, sin más trámite ni examen, de González como “presidente electo”.

Cuando el caso, sin embargo, fue visto ante el Tribunal Supremo de Justicia, los jefes opositores declararon que ellos no tenían ninguna relación con las famosas actas. Lo mismo afirmó, para asombro de todo el mundo, el propio Edmundo González en una presentación ante la fiscalía en vísperas de su viaje.

La salida de González significa, simplemente, la capitulación de este plan golpista. Quien había dirigido esta estrategia, María Corina Machado, intentó justificar la huida de González como parte de un… plan. Es difícil que, incluso en su bando más derechista, esa explicación tenga credibilidad en la oposición.

Quedan en ridículo los gobiernos que habían invertido, nuevamente, en uno de los eternos planes de golpe en Venezuela. El gobierno chileno “lamentó” lo que llamó “el exilio forzado” de González. Tiene mucho de que lamentarse. Mientras el presidente Boric despachaba sus dictámenes políticos por redes sociales, su colega español, Pedro Sánchez, estaba haciendo política de verdad, es decir, la variante realista.

Estados Unidos, en tanto, se limitó a decir que “acompañará a González en su llamado a continuar la lucha por la libertad y la restauración de la democracia en Venezuela”, ahora, se entiende, desde Madrid.

Esto pone fin, de manera patética, a la teleserie que siguió a las elecciones en Venezuela.

Pero todos saben que después del término de una novela, pronto sigue una nueva historia, con sus enredos, dramas y giros inesperados. No cambie de canal.