Las contorsiones del PC sobre Venezuela pusieron en peligro a un blanco inesperado: la presidenta de la Cámara de Diputados enfrentará censura que podría costarle el cargo. Para la aludida Karol Cariola todo esto es “muy injusto”.
El intento del Partido Comunista de buscar un término medio entre la estrategia golpista que abraza el gobierno de Boric y lo que había sido su apoyo al chavismo quedó plasmado el domingo en una declaración de su comisión política.
El lugar escogido para la reunión de ese órgano, un centro de eventos chic en La Reina, de difícil acceso -a pie o en micro, al menos- es menos atípico de lo que la gente supone. Durante la dictadura, no era raro que la dirección del PC se congregara en elegantes mansiones del barrio alto.
La declaración emanada desde las alturas de la precordillera busca ser una “síntesis” entre quienes abrazan la política golpista de la reacción venezolana y los que buscan mantener algún vínculo con el régimen de Maduro.
Pero las sutilezas y matices poco podrían impresionar al niño rata Johannes Kaiser, quien, sin transición, pasó de vivir pegado al computador en el sótano paterno a diputado de la República; del pijama al traje y la corbata.
Kaiser, entonces, consideró que la presidenta de la Cámara de Diputados, Karol Cariola, no podía seguir en ese cargo si pertenecía a un partido que “apoya a Maduro” y comenzó a hacer gestiones para un voto de censura a la mesa de la cámara baja.
Como Cariola fue elegida sólo por un suspiro, esa noticia huele a peligro.
La presidenta de la cámara baja, ex secretaria general de la Juventudes Comunistas, y actual integrante de esa misma comisión política del PC, entendió que debía jugársela el todo por el todo.
Como ella está con licencia médica, no fue a la reunión en La Reina. Así se sintió liberada de defender la posición del partido a que pertenece y prefirió defenderse a sí misma.
Y lo hizo con grandes lágrimas: “no es justo con mi persona”, se lamentó, “que se me juzgue o intente censurar por declaraciones que no me pertenecen. Yo me hago cargo de mis palabras, acciones y decisiones, y estoy dispuesta a que me juzguen por ello. Pero no corresponde ni es justo que lo hagan por declaraciones que emiten terceros”. Esos “terceros” serían sus camaradas, que ahora sabrán con quién contar en un momento de dificultad.
Para que no quedaran dudas, imploró, si no a Kaiser directamente, a sus colegas parlamentarios: “respecto a la situación en Venezuela, como presidenta de la Cámara he hecho propia y he representado públicamente la posición del Estado de Chile en las declaraciones del presidente Gabriel Boric, que es quien conduce la política internacional del país”.
“Dicha postura”, agregó, “la he defendido en todos los espacios de debate en que me ha tocado participar, porque tengo una profunda convicción democrática”.
Para la derecha, la iniciativa de Kaiser es incómoda.
El “liderazgo internacional” de Boric con respecto a Venezuela es muy peculiar: el presunto “líder” no tiene, realmente, seguidores en el mundo, pero sí ha despertado la aprobación del pinochetismo local.
¿Qué hacer? Apoyar a su nueva aliada o aprovechar el pánico.
Habrá más lágrimas mientras el asunto se resuelve.