Las acusaciones constitucionales en contra de ministros de la Corte Suprema desde el primer segundo se convirtieron en el espectáculo barato que tan bien dominan los partidos del régimen. La idea -como siempre- es protegerse.
Estaba anunciado desde antes de Fiestas Patrias. La derecha iba a presentar una acusación constitucional en contra de Ángela Vivanco propia. Es decir, le iba a añadir otra, en un mismo paquete indivisible, en contra del juez Sergio Muñoz.
Éste les cae mal desde el caso Spiniak en 2003. Casi, casi… eso terminaba muy mal. Como es sabido, a último minuto, la joven que había acusado, con detalles muy específicos, a uno de los principales jerarcas de la UDI, Jovino Novoa, de ser parte de una red de explotación sexual de niños se desdijo de todo, antes de radicarse en una finca en Paraguay, todos los gastos pagados. Aún así, el escándalo y la investigación del juez Muñoz le costó la presidencia a Joaquín Lavín en las elecciones de 2005.
Muñoz tampoco les gusta por algunos fallos en contra de represores de la dictadura y, sobre todo, por la resolución judicial que perjudicó el negociado de las isapres.
Entonces, lo quiere derecha es que, si Vivanco tiene que pagar, eso se compense con la salida de Muñoz. O, también sirve, que se queden los dos.
Para evitar esa maniobra, lo único que tenía que hacer el oficialismo es presentar su acusación antes que la de la derecha. O sea, había que ir temprano este lunes a la secretaría y presentar el escrito dirigido sólo contra Vivanco.
Ni siquiera había que ir tan temprano. Porque los diputados de derecha son tan, pero tan penca, que recién se presentaron después de almuerzo. Pero aún así, les ganaron la mano al oficialismo que son, pues, más penca. Ellos llegaron a punto del cierre del plazo, a las 16 horas.
De esta manera, la Cámara de Diputados deberá ver, primero, la acusación de la derecha que busca destituir a Vivanco, pero sin que se mencione nunca la participación de Andrés Chadwick, ni del gobierno de Piñera, en general. Eso es notable, porque las revelaciones de los chats de Hermosilla revelan exactamente eso.
Y Muñoz, por su parte, será acusado a partir de lo que dicen que dijo su hija, en una negociación inmobiliaria en la que le tiró a la contraparte las jinetas de su papá. Seguramente, las cosas fueron así. Pero como acusación constitucional es más bien débil.
Y, finalmente, está la acusación en contra del ministro Jean Pierre Matus. Aquí nadie está realmente interesado en verlo caer. Su nombramiento original correspondió formalmente a un cupo de la Concertación. Pero Matus es un hombre cercano a la Ejército y su designación, como se vio en los chats, fue promovida por el propio gobierno de Piñera. O sea, está asegurado por los dos lados.
Ahora se inicia el espectáculo. Unos corruptos penca acusarán, con altisonancia, a otros corruptos, mientras negocian, por debajo, como zafan del problema.