Medio Oriente es sinónimo de una crisis perpetua incentivada por potencias externos. La crisis sigue, pero todo lo que la compone está cambiando.
La actual guerra de Israel contra Gaza es la excusa perfecta para acabar de una vez por todas con el problema palestino. Esto implica deshacerse del escollo más grande que era la Franja de Gaza y posteriormente ir por Cisjordania. Pero en la realidad, los planes no funcionan de manera absoluta cuando están en juego vidas humanas. Es lo que ocurre ahora, el ejército israelí comete un genocidio contra los habitantes de este territorio, mientras el objetivo final se diluyó entre problemas políticos y militares coyunturales.
Pero el problema se agrava cuando entran a la ecuación más protagonistas.
Yemen un país que se encontraba en confrontación con Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, países con una capacidad militar abismante en comparación con los pobres hutíes. Sin embargo, fueron vencidos por estos luchadores en sandalias que, ante todo, aprovecharon tanto su capacidad humana como la ventaja de la lucha asimétrica, usando artilugios como drones y misiles. Aquí es donde hace su presencia los ansarolá o hutíes: como medida de presión sobre Israel, bombardean en una primera instancia el puerto de Eliat y, posteriormente, bloquea el paso de buques hacia ese punto, incluso mediante el uso de misiles. Como aliados de Israel, Estados Unidos y Reino Unido, bombardean Yemen con el fin de que se desista de su solidaridad. Pero eso no tiene ningún efecto real. Por el contrario, la disrupción se profundiza.
Pero esto no es todo. De la misma manera, Hezbolá en el Líbano, desde el momento que Israel ataca la Franja de Gaza, bombardea a las fuerzas judías, tratando de distraer a las tropas que atacan a los palestinos. Se abre otro frente de disputa, que los políticos israelíes exacerban para convertirlo en otro frente de guerra.
Como si esto no bastara, distintas fuerzas en Siria e Irak golpean sistemáticamente a las fuerzas estadounidenses con el fin de presionar a su aliado a que acabe la guerra y, de paso, que se vayan de sus bases.
La convulsión en el Medio Oriente ha obligado a enemigos a buscar alianzas que parecen inverosímiles. Chiítas y sunitas establecen relaciones de amistad, gobiernos pro occidentales árabes estrechan vínculos con países islámicos. Lentamente, una nueva etapa de la historia avanza rápidamente hacia nuevos caminos, todavía no muy claros. Y en este periodo, tanto Estados Unidos como Europa sólo interpretan lo que acaece como la normalidad en esta zona e intervienen como lo han hecho siempre mediante la fuerza militar y el aniquilamiento para volver al orden lo que se desajustó. Lo que no acaban de entender es que eso ya cambió -desde hace ya varios años- y que el mundo va en otra dirección.