La guerra en el Mar Rojo

Estados Unidos lanzó su tercera tanda de ataques aéreos en contra de Yemen. El objetivo declarado de la escalada es golpear a las milicias huties en ese país y restablecer el tránsito marítimo en Mar Rojo. La feble coalición militar, digitada por Washington y Londres, está logrando exactamente lo contrario.

9 de febrero de 2024

Ya hace tiempo, Estados Unidos y Gran Bretaña venían buscando un modo de crear una gran coalición de naciones que los respaldaran para poder propinar represalias convenientes a los huties. Éstos, desde el comienzo de la invasión y bombardeo a los territorios palestinos de Gaza, mostraron su solidaridad lanzando misiles contra un puerto israelí situado en el golfo de Áqaba e impidiendo el paso de buques que se dirigían hacia esa zona.

Primero, trataron de usar triquiñuelas para que se utilizara una coalición contra la piratería en las costas de Somalía, donde durante mucho tiempo los buques que pasaban por el lugar eran tomados y despojados de sus contenidos. No prosperó esta coalición, pues muchos de los países no ven con buenos ojos lo que hace Israel con los palestinos, y no querían embarcarse en una cruzada donde serían cómplices del régimen judío.

Pese a que puede pasar cualquier buque por el mar Rojo, los huties solo piden que se identifiquen y que indiquen su destino. Si éste es Israel, no pueden pasar. El problema se origina porque tanto Estados Unidos como Reino Unido califican esto, no sólo como una extorsión, sino como una amenaza al libre comercio. Como se sabe, la verdadera razón es el apoyo a Israel.

Yemen ha estado en una guerra ininterrumpida por largos años contra Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Estados Unidos y sus satélites. Es memorable el espíritu de lucha de los milicianos huties que luchaban contra ejércitos con el armamento más actual y los vencieron.

El bombardeo a ciudades yemenitas, agrava la crisis en que está sumido el Medio Oriente. Pareciera ser que se quiere resolver los problemas estratégicos en ese territorio mediante la expansión de la guerra. Los países que la incentivan ni siquiera son de ese continente: Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Australia, Países Bajos, con la excepción de Bahrein, un pequeño país insular de un millón y medio de habitantes que posee una base naval norteamericana.

El primer impacto de los bombardeos a Yemen es la subida de los precios del petróleo. Los huties ya respondieron atacando a un buque estadounidense, mientras las compañías aseguradoras, esenciales en el comercio marítimo internacional recomiendan a sus clientes evitar el Mar Rojo “como si fuera el infierno”.

En vez de “liberar” la navegación, la coalición guerrerista ha logrado cerrar el Mar Rojo al transporte marítimo, con consecuencias económicas devastadoras: el paso de productos desde Asia a Europa deberá seguir ahora las rutas de Vasco da Gama en el siglo XV.

En un año electoral en Estados Unidos, el presidente Joseph Biden trata de usar el militarismo como modo para recuperar su posición en las encuestas, frente al continuo descenso de su apoyo popular. No le resultó con Ucrania, tampoco con Israel, pero insiste en que “en una de esas” sí le funcione, como antaño a Clinton, Obama, Bush o Reagan.