Eliel Pedreros Muñoz, dirigente social y revolucionario de la octava región, murió el 12 de diciembre del 2023 a los 74 años de edad. En su vida transitó por caminos sinuosos y otros de calma. Su vida es un contraste marcado con los cautos y dubitativos. En él convive la lucha encarnizada contra el régimen y la confianza ingenua de un pueblo que, en su nobleza, le da oportunidades de redención incluso a sus enemigos. He ahí su hidalguía y su sentido de vida.
Con un humor a toda prueba, hacía reír hasta el más parco y circunspecto de los compañeros, pero también cobijaba un corazón doliente por las penurias de su pueblo.
En su juventud desarrolló diversos oficios, entre los que destacó en Ferrocarriles del Estado donde empezó su destino y camino como dirigente social y político. Fue cercano a los socialistas, que alguna vez fueron revolucionarios y dignos de su compañía. Decía que mientras fue dirigente, su encuentro con Allende fue como leer un valioso libro. Lo cobijó, le enseñó y lo abrazó. Aún conserva el libro que Allende le regaló. Nada más y nada menos que la “Dialéctica de la Naturaleza” de Engels.
La dialéctica siempre estuvo patente en su vida, como ese regalo del último estadista que podemos decir fue fiel a su pueblo. Durante la dictadura lideró la resistencia en poblaciones de Chiguayante, organizó la autodefensa que permitió al pueblo mostrar su fuerza.
Eliel fue hombre que vivió sus contradicciones, con grandes virtudes y debilidades de las cuales los que lo conocen y quieren nos hacemos cargo, como debe ser entre compañeros. Cuando termina el día, debemos ser capaces de reconocer nuestros errores y asumir los ajenos como propios.
Eliel se quemaba con el sol y se estremecía con la luna. Hablaba con las plantas y la lluvia no lo mojaba, lo alimentaba.
Eliel nos deja una enseñanza que pervive y se multiplica entre los que hoy son perseguidos, en los oprimidos del mundo, en las cárceles que alimentan la rebeldía de los combatientes que debemos liberar, en las organizaciones que no se dejarán doblegar por la espuria tradición democrática, en las mujeres que reproducen la revolución en su ser, los jóvenes que ya están hartos y se preparan.
Por el sacrificio de nuestros padres, por el futuro de nuestros hijos. Vamos a cambiarlo todo y si ese camino no alcanzamos a trazarlo ya sabemos que tú nos esperas.
Los revolucionarios no mueren, viven en su pueblo.