Se cerró el gallinero del consejo constitucional, y los pollos no tienen a dónde ir. Volar, no pueden. Así que caminan como alma en pena. Algunos cacarean “clo-clo-‘ncontra”. Otros, “clo-fa-clo-vor”. Pero están todos metidos en el mismo lío, y no saben cómo salir.
Triste. El domingo en Santiago estuvo nublado y frío. El lunes en la mañana ya había salido un precioso sol primaveral. Pero a los funcionarios convocados a un “banderazo” en el centro de la capital no les había llegado el memo o la minuta, como se dice ahora.
Así que ahí estaban. Todos con la bandera nacional, ninguna otra estaba permitida. Todos los 12. Era el inicio de la campaña del ‘en contra’ del plebiscito constitucional de diciembre próximo.
Notable, considerando que el período legal de campaña había comenzado el martes pasado. Pero tan desconcertados y confusos están las huestes oficialistas que prefirieron dejar pasar una semana entera.
La campaña de los partidos de gobierno es dirigida por Ricardo Solari, un viejo, muy viejo ya, carcamal concertacionista.
Como jefe de campaña sus pergaminos son más bien opacos. Dirigió la postulación de Michelle Bachelet en 2005, que terminó en una amarga decepción y en el reemplazo de Solari por Andrés Zaldívar en la segunda vuelta. Lo intentó después de nuevo, como uno de los cerebros de la desastrosa candidatura de Alejandro Guillier.
Pero, a pesar de esos fracasos, es considerado un “hombre experimentado”. Eso debe, sin duda, a la fama que acompaña su proverbial oportunismo: “si el ‘chico’ Solari se tira por la ventana, síguelo, porque seguro cae parado”, sería la frase que lo caracteriza.
Solari, en efecto, se dedica al lobby empresarial, pero ahora estaría preparándose para asumir un cargo importante en el gobierno. Obvio.
Lo acompaña en la tarea Camila Miranda, una frustrada candidata al consejo constitucional, perteneciente a los márgenes del Frente Amplio, la pequeña facción encabezada por el ahora cancelado Carlos Ruiz.
Triste, pues.
Según ha trascendido, el mensaje de la campaña sería “el texto echa a perder tu vida”, como si se tratara de un poema de Rimbaud, y “no favorece a Chile”, lo que debe ser el eslógan electoral más pedante de la historia. ¿Por qué no: “es inconveniente”? Es mucho más pegajoso.
Pero, al menos, ya tienen un presupuesto: 1,2 millones de dólares, según se ha informado, y una sede.
Mientras, en la derecha, como siempre, la plata no es problema. El déficit está en las ideas. Pero el mensaje que ya se difunde sería algo así como “da lo mismo, terminemos de una vez”.
Triste, triste.
Después de su acuerdo del 15 de noviembre de 2019 y las mil y una vueltas que se han dado en el intertanto, los partidos del régimen se sienten exhaustos, vacíos, casi. Todo lo que hacen se va la basura.
Los que no están tristes, son los van a pescar a todos estos pollos y los van a desplumar y meter en una cazuela. Y con harto aliño, por si acaso.