No “esa” inflación; la otra. Contrario a las encuestas y las expectativas de una victoria en primera vuelta, la inflación del “fenómeno Milei” perdió aire y quedó en segundo lugar, tras el abanderado peronista, Sergio Massa.
Tuvieron que guardar el cotillón. Pese a los pronósticos casi unánimes de erigirse en el primer lugar de las elecciones presidenciales en Argentina, los seguidores de Milei, por la dolarización y contra “la casta”, se quedaron con las ganas. O, más exactamente, en el mismo lugar que ya habían alcanzado en las primarias de agosto pasado.
Mientras Milei alcanzó un 30% de los votos, la candidata derechista Patricia Bullrich incluso bajó la votación con respecto a los comicios anteriores. Sólo obtuvo 23,8%. El ganador fue el candidato oficialista y actual ministro de Economía, Sergio Massa, que obtuvo 36,6%.
Los resultados obligan a una segunda vuelta entre Massa y Milei en noviembre. Quedó demostrado que, a pesar de todo, el aparato peronista aún subsiste y puede defenderse, a pesar de la grave crisis económica que vive el país. En la provincia de Buenos Aires, que concentra más del 40% del electorado, arrasó el exponente de una de las facciones del kirchnerismo, Axel Kiciloff, quien logró su reelección como gobernador.
En sus discursos, los contendientes del balotaje apelaron a los votos de las otras fuerzas. Milei lo hizo rogando a la derecha –“de manera casi pornográfica”, como lo describió un comentarista local- a constituir un “frente antikirchnerista”. Y Massa hizo todo lo posible por demostrar que lo que menos es, es kirchnerista. Insistió en su proyecto de un “gobierno de unidad nacional” y prometió, en un guiño la agenda represiva de Bullrich, “orden y seguridad”.
Los resultados dejan a Massa en una posición más favorable. Los voceros del capital interno y de las transnacionales con intereses en Argentina ya han dado señales que, ante el derrumbe de la derecha, volcarán su apoyo a Massa. Amplios sectores de los trabajadores, ante las amenazas de Milei de terminar con sus conquistas, también votarán por el peronismo.
Los que quedan solos, son los sectores de las llamadas clases medias, que son el sustento de la prédica de Milei y de sus promesas de dolarizar el país y de atacar a “la casta política”. El ex presidente Mauricio Macri, jefe del derrotado Juntos por el Cambio, ya le había ofrecido una alianza a Milei, en la que éste, sin embargo, sólo podría jugar el papel de socio junior.
La disputa entre el adalid de la unidad nacional y el vendedor de órganos, sin embargo, oculta el problema fundamental. Ningún gobierno subordinado a los intereses del capital podrá romper con el ciclo de crisis que el sistema imperante impone a la Argentina. Ni el antiguo aparato peronista, ni el febril motín pequeñoburgués, están en condiciones de imponer las medidas necesarias para levantar las condiciones de vida de los trabajadores.
Y, sea quien sea quien ocupe la Casa Rosada a partir del 10 de diciembre, deberá aprestarse a lidiar con las consecuencias.