Ante la pasividad del gobierno de Armenia, tropas de Azerbaiyán atacaron la región de Nagorno Karabaj. La disputa real involucra a más potencias y es un eslabón más de una larga cadena bélica.
Armenia perdió dos tercios del territorio de Nagorno Karabaj a manos de Azerbaiyán en la guerra del 2020. En ese momento, lo único que pudo evitar la derrota total fueron las fuerzas de paz rusas, que mantuvieron abierto el corredor de Lachin entre Armenia y el territorio en disputa. Muchos de los logros militares azerbaiyanos se lograron con una minuciosa preparación y gran ayuda logística de Turquía.
El conflicto surge 1988, durante la crisis de la Unión Soviética. La mayoría de la población de Nagorno Karabaj, entonces un territorio autónomo dentro de la república socialista soviética de Azerbayán es de origen armenio y exigió su incorporación plena a Armenia.
Hasta hoy, Armenia no ha querido dar el paso de reconocer a Nagorno Karabaj como parte de su Estado. Los separatistas armenios en la zona se sostienen, así, en la llamada república de Astrakh.
El gobierno azerí presenta su incursión militar como una “operación antiterrorista”. Es la misma argucia utilizada por Estados Unidos en sus últimas guerras, y copiada por Turquía en Irak y Siria. Si no son armenios, ni son azeríes, entonces las fuerzas políticas y militares de Karabaj son terroristas, en su lógica bastante particular.
El gobierno de Armenia, dirigido por Nikol Pashinián, ha incrementado en los últimos meses su acercamiento a los Estados Unidos, lo que significa, en este contexto, una postura contraria a Rusia, que ha mantenido la estabilidad en la zona.
Las autoridades armenias aseguran que no mantienen tropas en Nagorno Karabaj. Las fuerzas locales, sin embargo, no están en condiciones de impedir la ocupación completa de la provincia por Azerbayán.
La razón de esta inexplicable conducta del gobierno armenio está en sus negociaciones tras bambalinas con Estados Unidos. Esperan dinero y protección real frente a Arzerbaiyán. Una apuesta arriesgada. En lo inmediato, significa perder Nagorno Karabaj y romper su relación con Rusia.
Washington podría mantener a raya a Azerbaiyán con sus nuevas fronteras, pero todavía quedaría un corredor en disputa. Aquí entra a la brega otro país, Irán, que mantiene la postura de que no debe haber cambios en las fronteras y amenaza con sumarse a la guerra en contra de Azerbayán en defensa de una Armenia que ha optado… ¡por hacer nada!
Como se ve, los estadounidenses socavan las alianzas políticas-militares de Rusia y de paso, amenazan la frontera iraní con la posibilidad del arribo de tropas a Armenia en un futuro cercano.
Es la guerra, otra vez; aunque ya deberíamos acostumbrarnos que es siempre la misma guerra.