No es noticia, pero los medios lo consideran para serlo. Ancianos a tempranas horas de la mañana hacen largas filas para una hora al médico en un Cesfam de Concepción.
En el consultorio no tienen problema en hacer llegar muy temprano a los viejos cada lunes a pelearse las tres horas médicas que darán para la semana, porque esta vez el médico fue a trabajar, porque esta vez la licencia para irse a Bahamas ya no le sirve, porque ya la lleva usando diez veces en el año.
Usted se los puede encontrar bien cómodos tomándose su café en la oficina y si no llegó al minuto en que lo llamaron para su atención, puede ir despidiéndose de su hora. “Lo siento, tiene que volver a pedir hora, lo llamé varías veces y no contestó, así que, pucha, tiene que volver”. Perdió su hora, así que a volver otro día antes de las ocho. Pero no le quepa duda que el o las indolentes, no se perderán su café con galletas, la copucha con el colega o el strip-tease de ocasión.
Sí, más de una cuadra de viejos y viejas, bajo frío, parados, esperando pelearse los tres cupos para el médico que esta vez no puede ocupar la licencia porque ya las gastó en los 10 viajes a Bahamas.
Mientras, en el pequeño país de cuatro esquinas que rodea el ombligo del régimen vetusto e inmoral, se discute si finalmente entre el bolsillo de esos viejos que hacen fila, la doña que lleva dos horas en la micro, el cabro que trabaja de noche para ayudar a pagar la cuenta de la luz, haremos la vaca para pagarla a las Isapres lo que le han robado a todos esos ingenuos que creen que pagando un poquito más tendrán salud con dignidad.