Que los Estados Unidos se presenten frente a todo el mundo como un ejemplo de democracia, es conocido. Que no lo son, también. Pero ahora están exagerando un poquito la nota.
Que los Estados Unidos se presenten frente a todo el mundo como un ejemplo de democracia, es conocido. Que no lo son, también. Pero ahora están exagerando un poquito la nota.
El expresidente Donald Trump fue sometido a proceso. Es la primera vez que un ex mandatario se encuentra en esa situación. Recordemos que Richard Nixon evitó una investigación sobre su papel en la trama de espionaje político de Watergate debido a un indulto presidencial preventivo otorgado por sucesor en el cargo, Gerald Ford.
Bill Clinton evitó cargos judiciales por perjurio en el escándalo Lewinsky gracias a la inmunidad que protege a los presidentes en ejercicio. Tuvo que enfrentar, a cambio, un juicio político en el Congreso.
Trump, informa la prensa, es imputado por el pago de 130 mil dólares a una actriz porno en 2016, antes de ser elegido, para que ella, a cambio, se abstuviera de relatar públicamente los detalles de un affaire entre los dos. Así planteada la cosa, es ciertamente embarazosa, como todo lo que hace Trump.
Pero no queda claro cuál es el delito.
La fiscalía le atribuye concretamente una infracción a las leyes de financiamiento electoral, pues Trump no declaró ese dinero como un gasto de campaña, en el entendido de que la revelación de su relación con la actriz le perjudicaría en las elecciones de 2016. Eso, en sí mismo, es sólo una falta menor. El delito, según la acusación, se configuraría porque la empresa de Trump contabilizó el delicado pago falsamente como “gastos legales”, una infracción ya no tan menor, para ocultar la falta a la ley electoral…
Se trata de una teoría legal bastante extravagante, que nunca antes se había intentado llevar a juicio, porque, en cualquier caso, este tipo de asuntos, cuando los comete otra persona, se resuelven con una multa.
Ahora, Trump tendrá que presentarse ante la justicia para evitar ser detenido.
Trump denuncia que es objeto de una persecución política que busca interferir con su candidatura para las elecciones presidenciales el próximo año.
¿Tiene razón?
Depende. Apliquemos un solo estándar.
Imaginémonos que lo mismo hubiese ocurrido en Venezuela o en Nicaragua o Rusia, en fin.
Como no hace falta imaginarlo, porque en todos esos países existen ejemplos de dirigentes políticos opositores enjuiciados, podríamos preguntarnos por qué, en esos casos, se trata de las actuaciones de regímenes anti-democráticos y en Estados Unidos… bueno, mejor dejemos este ejercicio…
Cuando hay tanto crimen cometido por los presidentes de ese país, incluyendo a Trump, y también al actual mandatario, no deja de ser gracioso que le tengan que armar una causa tan frívola.
Casi parece una forma de encubrir todo lo demás.