Otra del tiranosauro rex

Sí, desde la ultratumba habló otra vez el tiranosauro rex. El que nos vendió a la banca con el CAE, el del largo prontuario de infamias contra el pueblo. Esta vez, lo hizo sobre los indultos.

Claro, ¡cómo no! Si ya opinó la Pantera Rosa y Homero Simpson, entonces ¿por qué no él? Ricardo Froilán Lagos Escobar.

“He descubierto ahora que yo indulté bastante. Este señor, ¿Mateluna se llama? Yo indulté a Mateluna, y establecí ciertos requisitos, y me permití modificar no sé si era el reglamento o una ley, sobre la base de que aquel que era indultado no podía ser indultado en una segunda ocasión”.

Que se olvide de las fechas, o si era un decreto o una ley es lo de menos si ya tiene como 150 años y está dedicado, a armar rompecabezas de 10 piezas.   

Lo que es un poco bochornoso, tratándose de un opinólogo, es que, ante la insidiosa consulta, el carcamal no esté en condiciones de hilar un par de obviedades: la ley que él, Lagos, promovió, y que tiene un número -19.965- para hacer más fácil su «recordación», rebajó todas las condenas a presos políticos a 10 años, incluyendo al «señor Mateluna», que en virtud de ello salió libreta o, mejor dicho, siguió cumpliendo pena bajo el régimen de libertad vigilada durante cinco años.

Y esa pena la cumplió, hasta que fue víctima de un montaje de aquellos.

Pero, no. Lagos insiste. «No entiendo cómo, en consecuencia, este señor Mateluna fue indultado de nuevo. La norma era que aquél que ya fue indultado una vez no puede ser indultado de nuevo», declaró.

Bueno, seguramente no lo entiende porque su ley, la 19.965, no dice eso.

Lo que él reclama está en una ley de la dictadura, la 18.050. Allí, sí se dice, entre otras cosas, que no se puede indultar dos veces a la misma persona, a no ser que… el presidente de la República decida hacerlo igual, «en casos calificados». Y eso es lo que hizo el Boric con Mateluna.

Al igual que con el Tribunal Constitucional, sobre el que Lagos busca influir con sus hondas meditaciones y preguntas, en el caso del ex gobernante surge el antiguo dilema: ¿son tontos o son malos?

Y esta gente nunca deja de demostrar que se puede ser las dos cosas a la vez.