El colapso del Silicon Valley Bank mantiene en vilo al capital financiero. Mientras este domingo se supo de la caída de otro banco, Signature, la Reserva Federal anunció una línea de crédito de emergencia para impedir que el pánico se extienda a todo el sistema.
Esto no es Wall Street, con sus lobos y ejecutivos tipo American Psycho, que empujan a los transeúntes en sus carreras frenéticas por las atiborradas calles de Manhattan. No. Se trata de un ambiente distinto. Es, más bien, sol, tostada con palta, autos eléctricos, nerds chinos y hippies millonarios. California, pues. Silicon Valley.
El banco del mismo nombre figuraba hasta este viernes como una entidad “regional”, como las hay por centenares en Estados Unidos. Y, sin embargo, pese a apariencia modesta, Silicon Valley Bank (SVB), estaba en el lugar 16 de los bancos estadounidenses, con más de 209 mil millones de dólares en depósitos, el equivalente al PIB de Perú, Qatar o Grecia.
¿Cómo se explica el éxito de SVB? Hay una razón que es clara: ubicación, ubicación, ubicación. Su central de operaciones en el condado de Santa Clara, entre San Francisco y San José, está en medio de la mayor concentración de empresas tecnológicas del mundo. Pero eso sólo es un factor.
SVB aprovechó las regulaciones más laxas para bancos regionales para atraer capitales de riesgo, abultadas apuestas especulativas en proyectos tecnológicos que, muchas veces, eran sólo una idea de negocios, como unos audífonos para caballos, una red social en que un extraño llama al usuario para despertarlo en la mañana o una plataforma de servicios remotos de tarot.
Los ejemplos son reales.
Esas start ups podrán parecer lunáticas, pero el dinero que entra en ellas, no lo es. Se trata de vender el sueño a más inversionistas y cobrar; todo rápido, rápido. Pero, por ese mismo motivo, se trata de un dinero especialmente nervioso.
Y ahí entra la gran apuesta de SVB… que salió mal.
Acá no se trata de complicados instrumentos financieros que escondían créditos hipotecarios fallidos, como fue en la gran crisis del 2007-2008. SVB, durante la pandemia, en que el negocio especulativo en las start-ups tecnológicas se disparó, hizo lo más prudente y simple posible.
En apariencia.
Puso todo el dinero de sus clientes en bonos del tesoro, es decir, en deuda del Estado, y a largo plazo. Es la inversión más segura, eso lo podría recomendar cualquier experto. Una especie de fondo E de las AFP, pero para capitalistas de verdad.
Único problema: el banco central de Estados Unidos, la Fed, en 2022, luego de mantener las tasas de interés prácticamente en cero durante casi dos años, las subió, y las subió, las volvió a subir y quiere seguir con las alzas. Consecuencia: los rendimientos de los bonos del tesoro de largo plazo se desplomaron.
En poco tiempo, se acumularon enormes pérdidas no realizadas, como se llama en la jerga contable. Es decir, mientras no vendieran esos bonos, nadie se daba cuenta del desastre; los números rojos estaban sólo en el papel.
Pero, las pérdidas pronto sí se realizarían. La reducción del boom especulativo en Silicon Valley llevó a muchos inversionistas a pedir su dinero. Recordemos, se trata de capitales muy nerviosos, muy acelerados.
Y aquí comenzó el drama de todos los bancos: no tienen la plata. No la tienen.
Los bancos funcionan sobre el supuesto de que siempre va a haber gente que pone dinero y otra, que la saca; y se les paga con lo que circula. El otro supuesto -uno grande, imponente, es que, Dios mediante, nunca, nunca, nunca, jamás, se les ocurra a todos, al mismo tiempo, recuperar sus ahorros.
Porque, entonces, queda la crema.
Bueno, exactamente eso es lo que falló.
SVB comenzó a vender los bonos para tener cash y pagar a los clientes que querían su plata. Es decir, comenzó a realizar las pérdidas. Pronto, el dato corrió de boca en boca, al igual que el intento infructuoso y desesperado de vender el banco a algún interesado con más respaldo financiero. Y ya a fines de la semana, había tacos de Teslas, Porsches y monopatines eléctricos frente a la central de SVB. Y todos querían lo mismo: lo suyo.
Fin del juego.
Al menos los clientes de SVB son más pacientes que los ahorrantes en el Líbano, que resuelven, en estos días, ese mismo problemita, una crisis bancaria, con molotovs y algún fusil AKM que tenían guardado por ahí. Pero eso es otra historia.
La autoridad regulatoria de California tomó control de SVB y promete que este lunes tendrá abierto su propia institución financiera, llamado, convenientemente, Banco Nacional, con el único propósito de liquidar los activos de SVB y devolverles los depósitos a los inversionistas. Única limitación: el seguro estatal sólo cubre hasta 250 mil dólares. El resto… bueno, habrá que ver.
Como era de esperar, ese anuncio no detuvo el pánico durante el fin de semana. Otro banco, Signature, de Nueva York, también informó de su insolvencia.
El domingo en la tarde, la Reserva Federal, definitivamente, se asustó y anunció que financiará todos los depósitos, sin límite.
Muy generoso. Muy caritativo.
Las garantías del banco central, por si acaso, no se extienden a los sueldos de los trabajadores de los bancos fallidos. Esos tendrán que ver cómo se las arreglan, a diferencia de los inversionistas.
Al mismo tiempo, la Fed comunicó que abrirá una línea de crédito para todo el sector bancario del país, para que puedan acceder a fondo frescos. Sin embargo, si la locura no se calma, no hay cómo frenar una corrida masiva.
Lo interesante es que la Reserva Federal intenta resolver con medidas de emergencia un problema que ella misma creó: el ajuste de la economía mediante las alzas de las tasas de interés.
Muchos afirman que se trata de un problema focalizado, californiano. Es posible. Pero, siempre lo son… al inicio de los grandes cracks financieros que abarcan todo el sistema. Según la FDIC, la agencia federal de seguros de depósitos bancarios, el sector acumula unos 620 mil millones de dólares en pérdidas no realizadas de sus activos financieros.
No vaya a ser que se realicen.
La caída de SVB tiene repercusiones más allá de Estados Unidos. En el Reino Unido, el Banco de Inglaterra también anunció un programa de préstamos para la filial local del banco, mientras el gobierno israelí informó que estudia un plan de rescate para empresas de ese país golpeadas por el cierre de SVB.
Lo que está claro es que este lunes en la mañana, en cualquier caso, va a estar bien movido.