Para el régimen, la vida del pueblo no vale nada. Ya sea un trabajador, un campesino, un indígena o un soldado. Seis en total son los muchachos muertos, soldados rasos, enviados a reprimir a su pueblo, aunque en ello se les fuera la vida. Porque para el patrón y su mandamás, la vida del pueblo no vale nada.
A como dé lugar, al costo de sus propias vidas, los enviaron a reprimir al pueblo. No tenían más de 25 años, los muchachos que murieron ahogados en el rio Ilave este pasado domingo 5 de marzo en la provincia de Puno, epicentro de la insurgencia popular peruana.
Se trata de los soldados Alex Quispe Serrano (24), Elias Lupaca Inquilla (19), Percy Castillo Pongo (19) y Carlos Quispe Montalico (22) y de los cabos Elvis Pari Quiso (20), Franz Canaza Cahuaya (20).
A sus superiores les habían advertido de la corriente, que no sabían nadar. Pero nada. Que fueran, carajo, que cruzaran el río y el río se llevó a los seis. En la otra orilla, había un pueblo movilizado, el mismo que hace ya tres meses no deja las calles, a costa de sus muertos, la mayoría jóvenes también, por querer el fin del abuso: ¡que se vayan todos!
Era en total una tropa de 42 soldados. Ya dijimos, la mayoría, muy jóvenes. ¿El mandamás? Un capitán de nombre Josué Frisancho que, como suele ser en todo chulo del régimen, poseía un amplio prontuario delincuencial: dos denuncias por violación sexual y violencia física y psicológica, y una investigación a cuestas con impunidad. Como suele ser para los chulos del régimen.
“¡Pasen, perros de mierda!” habría sido la orden. Y lo muchachos fueron a morir. Para cruzar el río, los hicieron hacer una cadena humana, pero la cadena se rompió por la fuerza de las aguas, y sucedió la desgracia.
Aunque el régimen ha querido mal contar la historia de que “violentos manifestantes” fueron los culpables de esta tragedia, las familias de los muchachos muertos saben bien -porque muchos fueron testigos- que los que sobrevivieron, lo hicieron gracias a que el mismo pueblo arriesgo su vida para rescatarlos. Porque los muchachos eran hijos del pueblo.
“El capitán Frisancho les ha hecho cruzar el río. Por su culpa de ese militar ahora los soldados han muerto. No sabían nadar, por eso se han muerto. Al aire ha disparado. ‘¡Pasen, perros de mierda!’, había gritado, por eso los soldaditos han cruzado. Ahora pido justicia”, dijo a la prensa la madre del cabo Quispe Montalico.
Los jóvenes soldados eran parte de un contingente enviado por el gobierno de la golpista Dina Boluarte para reprimir a los manifestantes en la provincia de Chucuito, en Puno, donde recientemente se habían producido duros enfrentamientos con la policía y que como resultado dejó una treintena de heridos y un edificio policial y la sede del poder judicial local quemados.