La lucha en contra de la reforma de pensiones del gobierno sacude a Francia. Desde el martes, en que 3,5 millones de personas salieron a la calle, la huelga general continúa con paros escalonados en las principales industrias del país.
La táctica empleada por las centrales sindicales apunta a combinar “jornadas de acción”, grandes manifestaciones en la capital, París, y las principales ciudades de Francia, con “paros renovables” en puntos clave de la producción.
Por ejemplo, este miércoles se reanudaron las faenas en las refinerías del gigante energético TotalEnergies, pero no se realizan envíos de combustible. Los puertos que reciben los barcos de gas licuado están bloqueados. Del mismo modo, los trabajadores de las centrales nucleares y térmicas lograron que se retiraran más 15 mil megavatios de la red eléctrica, golpeando así las operaciones de otros sectores industriales.
La policía logró recién en la tarde del miércoles despejar el bloqueo de una esclusa, realizado por trabajadores de la hidroeléctrica EDF, que había detenido toda la navegación comercial en el río Rhin, una de las principales rutas de carga entre Francia y Alemania.
Los trabajadores ferroviarios aumentaron la frecuencia de los trenes después de la primera jornada, pero aún sólo funciona uno de cada tres convoyes. El plan es mantener un funcionamiento reducido hasta el sábado, cuando se ha convocado a una nueva “jornada de acción” en todo el país.
Las manifestaciones del 8 de marzo también estuvieron marcadas por las consignas de la huelga general.
Mientras, el Senado aprobó, pasada la medianoche, el artículo 7 del proyecto de reforma de pensiones, que eleva la edad de jubilación de 62 a 64 años. Se espera que el debate legislativo concluya este domingo.
Pero cuando los parlamentarios hayan hablado, aún deberán escuchar la voz de los trabajadores movilizados.