Luego de más un año fondeado, reapareció Sebastián Piñera. No es que eso sea sorprendente e inesperado. Estuvo maquinando conspiraciones todo este tiempo. Sólo es un recordatorio de cómo este régimen ha devenido en el reino de los muertos vivientes.
Debe haber sido un momento especial en los estudios de Canal 13. La entrada de Piñera con un séquito de guardias y asesores. El hombre mismo iba, seguramente, con su cuaderno de escolar en que va anotando, entre sacudidas y tirones, con la mano izquierda, frases e ideas que no se le pueden olvidar: INSEGURIDAD, HA SIDO UN AÑO MALO PARA CHILE, ENEMIGO PODEROSO, NO TENGO PLANES DE SER PRESIDENTE NUEVAMENTE (JE, JE, JE).
Las risitas entre paréntesis deben, sí o sí, ser incluidas en el torpedo. De lo contrario, lo diría sin ellas, y el mensaje se podría malentender.
Porque obviamente Piñera tiene planes de ser presidente nuevamente. Jejeje. Es un juego. Todos lo hacen.
Por ejemplo, el actual mandatario. Sin guiños, ni sonrisitas, sino con absoluta seriedad, Gabriel Boric sostuvo, seis meses antes de presentar su candidatura presidencial, que “descartaba de plano” eso mismo, porque, según él, le faltaba “mucho por aprender”, carecía de la “experiencia suficiente” y de las “competencias necesarias” para “siquiera plantearme algo de esas características”.
Jejeje.
La larga, interminable, entrevista, -tan genuflexa que tuvo ciertos inadecuados toques porno- a cargo del periodista Iván Valenzuela, siguió el guión escrito en el cuaderno “Torre” de Piñera: una sarta de tonteras, mentiras, clichés. Lo mismo de siempre o, mejor dicho, lo mismo de antes.
Porque hubo un buen tiempo en que Piñera estuvo escondido, lo mejor que pudo; ya, incluso, en los meses finales de su mandato. Y cuando dejó el cargo, se mantuvo fondeado. Y durante un período, ni siquiera podía viajar fuera del país, porque eso hubiese requerido una autorización del Congreso.
Además, durante la campaña electoral, el que sería su sucesor le había “avisado” que sería perseguido por sus responsabilidades en los crímenes cometidos en contra del pueblo durante su mandato. No parecía muy probable que se cumpliera esa promesa, pero, de todos modos, siempre hay que ser cautos. Pero ahora Piñera siente que tiene las garantías suficientes. El gobierno nombró fiscal nacional a un hombre que le responde a él personalmente.
Y ahora, también, siente que es el momento de mostrarse políticamente. No es que hubiese estado sin hacer nada durante todo este tiempo. No. Tras bambalinas, mantuvo las riendas de la derecha en todas sus aventuras. El gran hito de su trabajo vendría a ser el famoso acuerdo constitucional.
Alguien se podría preguntar cómo un hombre como Piñera, cuyo gobierno se definió por la ignominia, puede aún tener ambiciones políticas tan importantes. ¡Sí es un muerto político!
La respuesta es simple. No es él, aunque ciertamente pone de su parte. Es un régimen político entero que no tiene más recurso que recurrir al personal ya desechado. Como los zombies, siguen moviéndose grotescamente para atacar a los incautos y chuparles la sangre.
La crisis -por decirlo en términos asépticos y diplomáticos- quedó en evidencia con la sucesión, desde 2006, de dos personas en la presidencia: Michelle Bachelet y Sebastián Piñera. El actual gobierno ya ha dejado claro que pretende inscribirse en esa serie como un episodio más.
Por ende, a continuación, en tres años -¿o antes?- le toca de nuevo a Piñera.
Jejeje.
O así creen.
Los zombies -esto lo sabemos sólo por las películas, aclaramos- pueden moverse de aquí para allá, hacer daño, reproducirse de algún modo, pero, evidentemente, carecen de lo que podríamos llamar autoconciencia. Por eso todo lo que hacen no tiene mucho sentido.
Pero anda explicarles eso a ellos.
Habrá que ver quién se ríe último.