Tuvo que ser el niño rata por excelencia de la ultraderecha, el improbable diputado Johannes Kaiser, perteneciente al grupo de Kast, Republicanos.

El honorable, que se pasa la mayor parte del día en el sótano de la casa de sus padres, en parte por su desbordante miedo a las mujeres, descubrió algo en la internet.

Como lee alemán -de hecho, también lo habla bastante bien, aunque con un acento austríaco, que le da un toque cómico a sus efusiones fascistas- descubrió un artículo en el diario “Die Welt”, de Hamburgo.

Allí, se analiza la gira del canciller federal alemán, Olaf Scholz, por América Latina, bajo la luz de la ofensiva en contra de Rusia. La postura de Brasil, en el sentido de no involucrarse en la guerra de la OTAN, fue clara.

Pero con respecto a Chile, el periódico anota que el gobierno de Boric le prometió a Scholz que enviará “buques a Ucrania, que ayudarían en la eliminación de minas rusas en el Mar Negro”.

Los comunicados oficiales y las declaraciones de Scholz y Boric, nada mencionaron sobre esa medida, que equivaldría a que Chile se convertiría en el primer país del mundo en -abiertamente- sumarse a la guerra por el bando ucraniano.

Todas las demás naciones que intervienen en el conflicto, Estados Unidos, el Reino Unido, Polonia, etc., no reconocen oficialmente la participación de sus efectivos y especialistas militares en las hostilidades.

Algunos han apuntado al hecho de que la Armada chilena no posee naves cazaminas para el tipo de operaciones que describe “Die Welt”.

Pero eso no es el punto, sino que nadie ha desmentido, hasta el momento, tan explosiva versión.  

La publicación, en un diario que destaca en Alemania por su constante agitación a favor de la guerra y su escalada, se suma a las declaraciones del propio Zelensky, a mediados de año, que informó que Boric le había ofrecido personal militar para desminado, pero terrestre.

Este lunes 30, se había anunciado, Boric sostendría una nueva conversación con Zelensky. Ninguna de las partes ha confirmado la realización del contacto telemático, ni su eventual contenido, aunque sea en su versión sanitizada.

Ya son demasiados indicios sin respuesta, sin clarificación, sin explicación, que apuntan a algún tipo de involucramiento militar de Chile en la guerra en Ucrania.

El gobierno tiene la obligación de informar al país si eso es verdad o no.

Hasta ahora sólo hay silencio sospechoso.