¡Pero qué boludos, che!

Bielsa lo hizo de nuevo. No ese, sino su hermano, un antiguo dirigente peronista de Rosario, que terminó como embajador de Argentina en Chile. El hombre no se anda con chicas y ya ha humillado a varios políticos locales con sus agudas cartas al director. Ahora, el gobierno de Boric quiso darle un raspacacho. Salió trasquilado.

Nosotros, estimado lector, querida lectora, varias veces hemos usado el recurso literario de recrear las conversaciones privadas de los famosos, ricos y poderosos.

Pero la realidad supera al arte. Está dicho.

Una terrible, embarazosa, sensible, trágame-tierra, vergonzosa, delicada, atroz, seguridad-nacional, secreto-de-estado, íntima, filtración remeció la escena, justo cuando el Boric trataba de hacerse notar en la Celac, un encuentro donde no tiene mucho que aportar.

Se trata del registro de parte de una conversación entre la canciller Antonia Urrejola y los demás mandamases del ministerio de Relaciones Exteriores.

El audio, dicen, fue enviado, “por error”, a un chat de periodistas.

Pero los periodistas que cubren la cancillería son gente muy discreta. No van publicar una noticia que pudiera hacer sentir mal a alguien, menos a quien después les podría dar una peguita.

Excepto los de la radio Biobío. Pero no por amor a la verdad o la noticia, sino de malulos que son. Y tan canallas son, que esperaron una semana hasta publicarla, justo cuando Boric y Urrejola andaban por las cashesitas de Buenos Aires pavoneándose quién sabe de qué durante la cumbre de la Celac.

La historia es la siguiente. Rafael Bielsa, embajador de Argentina en Chile, quiso, a su modo, marcar un punto. Una pequeña distinción política, un toquecito de advertencia y, por qué no, pasarla bien a costa del Boric.

Como invitado ante la comisión de Relaciones Exteriores del Senado, el diplomático se quejó de que, cuando estaba el gobierno de Piraña, lo habían invitado a un cocktail con el entonces canciller Allamand, y que estuvieron tomando y riéndose de lo más bien, sólo para enterarse al día siguiente que el gobierno chileno había un presentado un reclamo por la controversia de la plataforma continental.

“Quedamos como imbéciles”, espetó Bielsa. Hasta aquí, todo bien. Pese a la expresión fuerte, no es gran cosa.

Rafael Bielsa: bueno para armar quilombo

Pero el embajador remachó. Cuando rechazaron el proyecto Dominga, dijo, qué le costó al gobierno haberle avisado antes.

Argentina tiene un interés desde hace años de un puerto en la cuarta región, que permita conectar con la provincia de San Juan. Por alguna razón, los gobiernos chilenos no le ven la gracia a la integración comercial con los países vecinos.

Así que Bielsa señaló que “a nosotros nos vendría bárbaro que nos avisaran [el rechazo a Dominga], nada más que eso, llamar al embajador, hoy va a pasar esto. Como tiene un impacto en las relaciones bilaterales, queríamos que estuviera informado. No cuesta nada, porque es elegante y porque nos permite a nosotros anticiparle a la administración”.

En la cancillería se volvieron locos. Porque, en este gobierno, cuando más se asustan es cuando, por una vez, hacen algo bien.

Y aquí viene el famoso audio de la reunión.

“Lo irritante es el tema de Dominga, porque esa hueá sí que es terrible… es un pencazo a esta administración”, se escucha decir a Alex Wetzig, el secretario de política exterior de la cancillería.

El director de planificación, Andrés Villar, añade: “tenemos mucho margen pa’ pegarle a este hueón, porque Argentina está preocupado de Celac. No va a querer abrir flancos”.

Sólo para que nos entendamos: estos son los funcionarios de mayor rango y responsabilidad del ministerio de Relaciones Exteriores. Y ninguno se da cuenta de que el que abrió al flanco, antes de la Celac, y por algo lo haría, fue Bielsa.

La canciller Urrejola no interviene mucho porque, claramente, está concentrada en el celular.

De repente, dice: “le voy a poner que ataca directamente a la administración del Presidente Boric”, en referencia a un mensaje por Whatsapp que le está escribiendo, en ese momento, mientras todavía analizan la situación, a su colega argentino, Santiago Cafiero.

“Pero dale fuerte”, le alienta Villar. La ministra apenas escucha. Ya mandó el mensaje. Siguen hablando de cuán duros iban a ser con Bielsa, cuando alguien propone citarlo a la cancillería, una muestra diplomática de molestia mayor.

Nadie dice que sí ni que no, así que así se hace, nomás.

Y así fue.

La grabación, concedamos, es una mera anécdota. Que digan “huevá” y “huevón” no debiera ser sorprendente ni malo, excepto que eso le resta precisión al lenguaje. Que pelen a un personaje o a otro, no le quita ni le pone. Total, están hablando entre ellos y nada de eso nunca se sabrá.

Pero que tomen decisiones políticas como si fueran un team de ventas de una importadora de productos chinos, sin pensar, sin analizar, sin estrategia, sin táctica, sin objetivo, sin base, sin propósito, sí es característico de este gobierno.

Y no se trata del personal. Todos los involucrados en el hilarante diálogo son, en efecto, profesionales o expertos, como se dice ahora.

La ministra Urrejola aprendió de diplomacia en la OEA, al alero del ahora senador José Miguel Insulza, quien la ubicó en su actual puesto. “No voy a renunciar”, declaró con una envidiable cara de piedra, después de conocido el audio.

Y por ahí está la clave de semejante incompetencia. Aquí nadie decide nada. Son otros los que mandan, están en cierto país del norte; estos nada más son los chicos y chicas de los mandados.

Y esos pueden tomarse ciertas licencias.

Otro que debe tomarse, no una licencia, sino un fernet o alguna de las otras cosas raras que les gustan a los argentinos, debe ser Rafael Bielsa.

“Qué boludos, che”, debe decir, mientras toma otro sorbo.