Que la proyectada nueva constitución Pinochet-Lagos-Boric es de cartón piedra, ya le ha quedado claro a todo el mundo. Pero, igual, podrían disimular un poco.
Todo tiene que ser rápido, rápido. Antes de la vacaciones. Y no sólo eso. Los plazos apremian. Están en la ley; no, peor, en propia cons-ti-tu-ción.
Luego del rechazo a la propuesta de la convención constitucional, los partidos del régimen decidieron que ellos lo podían hacer todo mucho mejor. Y se pusieron a la tarea, desde el PC hasta la UDI, a perpetrar uno de los mamarrachos más esperpénticos, estrambóticos y extravagantes de los que se tenga memoria.
Primero, fijan de antemano el contenido que quieren, las famosas “bases”, que son las mismas, palabras más, palabras menos, de la actual constitución. Después, ponen una comisión que va a vigilar que eso efectivamente se cumpla. Si hay algo fuera de las “bases”, se borra y listo.
La cosa misma la redactará, en tiempo récord, una comisión de 24 personas, bautizadas como “los expertos”. Perdón, “los y las expertos y expertas”: es paritaria.
Y, para seguir, se elige un Senado de juguete para que cincuenta “consejeros” jueguen, durante algunos meses, a ser constituyentes. La paga no es mala. 3,7 millones de pesos al mes. Pero ¡ay! sólo pueden proponer modificaciones a lo que ya elaboraron los “expertos” y, sólo si éstos están de acuerdo.
La culminación de todo es un plebiscito a fines de este año. A favor o en contra: esa va a ser la opción.
¿A quién se le ocurrió todo esto? Bueno, es el engendro de la inteligencia colectiva del régimen. Nada que hacer. No les da para más.
Así las cosas, no dejaba de ser importante ver a quiénes designaría el Congreso como “experto”. Al fin y al cabo, ese pequeño grupo tiene el sartén por el mango.
Uno incluso les llamó “los sabios de la tribu”.
Este lunes, fue el turno de la Cámara de Diputados. Los designados son: Catalina Salem, Juan José Ossa, Natalia González, Máximo Pavez, Carlos Frontaura, Domingo Lovera, Antonia Rivas, José Antonio Ramírez, Alexis Cortés, Paz Anastasiadis, Marcela Peredo y Flavio Quezada.
¿Usted nunca ha escuchado de ellos? ¿Ni en pelea de perros?
¿No? ¿Nada, niente, nothing, nichts, rien?
Exacto. De eso se trata.
Son lo que botó la ola.
Aunque, sí se mira con algo de atención, aparecen algunos conocidos. Ossa, por ejemplo, ex ministro de Piñera. O Pavez, operador de la UDI. En general, digamos, que se trata de un elenco de asesores y suches.
Ninguno destaca por tener ideas propias, sino por su cercanía con ciertos políticos. Varios fracasaron en su intento de ser elegidos a la convención constitucional.
Falta la otra mitad, la del Senado. Ahí suenan otros suches, como Hernán Larraín, que cumplía esa labor para Colonia Dignidad y Paul Schäfer. ¿O aparecerá desde quién sabe qué rendija un viejo carcamal como Andrés Zaldívar? Puede ser.
Todo esto es tan decadente, que los partidos del régimen quieren redactar una constitución, literalmente, con lo botó la ola.