“¡Pícala, pícala!”

En el Senado están con el acelerador a fondo para aprobar su acuerdo constitucional sin que nadie se percate de sus contenidos. Único problema: los propios senadores son demasiado…, este, cómo decirlo, ¿lentos?

Por alguna razón, la llamada semana regional, es decir, aquella en que los senadores no trabajan, cayó -justo, justo- entre Navidad y Año Nuevo. La misma coincidencia se dio, entre paréntesis, para Fiestas Patrias, en que los honorables descansaron entre el 14 y el 27 de septiembre.

Por eso, debe haber sido una gran cosa que los convocaran a sesionar este lunes.

No a todos, por supuesto, sino sólo a los miembros de la comisión de Constitución, Legislación y Justicia, a una sesión especial, para ver, en tiempo récord, una reforma constitucional de proporciones más o menos monumentales y de una complicación bizantina.

Se trata del gran acuerdo constitucional entre los partidos del régimen, desde el PC hasta la UDI. El presidente de la comisión, Matías Walker, ex DC, ponía el ritmo y ese es vertiginoso. O, al menos, así quisiera. Exasperado, el novato senador apuraba a sus colegas a hacer las cosas con rapidez, “si es que se quiere cumplir con el acuerdo”, señaló, “porque, si no, ya da la mismo”.

No. De querer, todos quieren. Pero no se les da mucho.

Por ejemplo, el valdiviano senador del PS, Alfonso de Urresti, considero “paradójico” que trataran el proyecto de reforma constitucional en el Senado, considerando que la rechazada propuesta de la convención “eliminaba”, según él, a la cámara alta. Quizás la palabra que buscaba en su mente, pero no encontró, era “irónico”.  

Pero la verdad es que la única razón por la que ellos estaban viendo el proyecto, es que a los dirigentes de los partidos les dio susto cumplir con su propósito inicial: comenzar la tramitación en la Cámara de Diputados.

Hicieron un cálculo y descubrieron que, entre el grupo de Kast, el de Parisi, algunos díscolos de lado y lado, su gran acuerdo corría riesgo de caerse, es decir, de no alcanzar los cuatro séptimos requeridos.

Mejor irse a la segura, es decir, al Senado.

Porque, allí, son pillos.

A nadie la llamó la atención que la constitución será redactada por un grupo de 24 designados por ambas cámaras en partes iguales.

Tampoco captó su interés que, para ello, seguirán una pauta ya establecida -las bases institucionales, que son las mismas de la constitución pinochetista.

Que un seudo senado elegido, compuesto por candidatos de los partidos del régimen, sólo pueda aprobar o modificar -con un quórum de tres quintos- o rechazar -para eso se requieren dos tercios- lo ya elaborado por esos designados, también escapó a sus ojos de águila.

Pasaron por alto la existencia de una especie de tribunal, también nombrado por el Congreso, que vigilaría que nadie se pase de la raya con los “bordes”, como les llaman.

No, nada de eso fue objeto de discusión.

Porque descubrieron algo mucho más importante: las elecciones al dichoso Consejo Constitucional de cartón estaban fijadas para… el 14 de mayo.

Piénselo. 14 de mayo de 2023.

Claro, usted, estimado lector, querida lectora, no cae en cuenta. Y, por eso, es que no es senador, pues.  

Porque el 14 de mayo es… ¡el día de la madre!

Nadie se había dado cuenta, hasta ahora.

La ministra secretaria general de la Presidencia, Ana Lya Uriarte -invitada especial a la sesión- alarmada, comentó que, además, el voto es obligatorio. “¡Sería un escándalo!”, exclamó, como queriendo decir: “nos van a linchar”.

Además, otro detalle: si esa fecha se mantenía, la presentación de las candidaturas, las tendrían que hacer el 13 de febrero… No era necesario decir nada más: en medio de las vacaciones y en vísperas de San Valentín.

No, eso no puede ser. Se corre todo. Decidido.

Pero había otros asuntos que no estaban claros.

Nadie, literalmente nadie, entendía el mecanismo de la paridad para la asignación de escaños.

Tampoco los redactores del proyecto que estaban presentes en la sesión, el UDI Máximo Pávez y la PS Paz Anastasiadis, sabían cómo iba a funcionar. Esa parte, explicaron, no la habían escrito ellos.

Da lo mismo.

Aprobado, por unanimidad, en general.

El martes se juntan de nuevo y el miércoles votan las indicaciones, como la protección del día de la madre, y el tres de enero de 2023, lo ve la sala del Senado.

Para eso son rápidos ¿sí?