Érase una vez en Hollywood

Cualquier película se está pasando Juan Sutil, el pequeño, muy pequeño, microscópico insecto que encabeza los gremios empresariales. Dice que los hombres de negro lo fueron a ver a su casa y que Boric le cambió la vida. De verdad.

Juan Sutil está terminando su mandato como presidente de la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC). Qué mejor oportunidad para hacer un balance público del extraordinario período en que le tocó encabezar la mayor asociación empresarial del país. La entrevista al suplemento económico de “La Tercera” podría ser una oportunidad para que diera conocer las lecciones que extrajo en todo este tiempo.

Pero ese no es ni el estilo ni el talento de este capitalista chupasangre. “Mi estilo”, explica, “es directo, espontáneo y transparente, también”. No como “el chileno”, que en ojos de Sutil es “un poco ‘mantequilla’, le gusta que le pongan un poquito de rodeo en las palabras y en la forma”.

Los de la foto de arriba son Brad Pitt y Leonardo di Caprio; Juan Sutil, en pose intelectual, es éste.

Entonces, de manera directa, espontánea y transparente, Sutil se lanzó a hablar del modo que sabe: cabezas de pescado podrido.

Lo primero que le pasó, cuenta, fue mal; o sea, lo pasó mal. “En lo personal y lo familiar”, dice, “tuvo costos altísimos. Tengo 61 años, siete nietos. No he tenido los tiempos de calidad los fines de semana ni para mi familia ni para mis nietos. Muchas veces he intentado caminar en los cerros, actividad que me gusta mucho, y termino contestando el teléfono los fines de semana. Entiendo, de todas formas, que es parte de mi responsabilidad”.

Contestar el teléfono. Mientras camina en los cerros. ¡Qué horror! ¿Hay hombre -o insecto- que haya sufrido más que Sutil?

Pero todo es peor. “Hay que levantarse antes de las 6 de la mañana, informarse, con reuniones a partir de las 7.30 de la mañana”.

Antes de las seis de la mañana. Levantarse. De la cama.

¡Oh, Dios mío! ¡Santa Virgen Santísima!

Pero… algo no cuadra en el relato.

Cuando dice “antes de las seis” ¿se refiere a las 03:30 de la madrugada o a las 05:55? Es una diferencia. Y ¿por qué pone las reuniones tan temprano, si le cuesta tanto despertar? ¿Qué tipo de presidente es ese al que le imponen horarios inhumanos? Y lo de los nietos y la familia: si los echa tanto de menos ¿por qué se va a caminar en los cerros? Podría invitarlos a tomar un helado, en vez de andar weando por ahí.

Si con esto parece que Sutil está llorando, debido a su amarga suerte, lo que él llama “los costos públicos”, en cambio, los describe de una manera menos lastimera. De hecho, se muestra casi desafiante.  

Tuvo que soportar “ataques químicos” e “incendios” en sus “unidades productivas”, relata. Todo eso le costó “mucho dinero”; suponemos que se refiere a las reparaciones.

Pero eso no es nada.

“Hemos tenido también intimidación familiar a través de gente que se ha metido en mi casa vestidos de negro, del tipo paramilitares, quienes buscan generar presión”, agrega.

Paraparaparapara… ¿hombres de negro? ¿paramilitares? ¿en la casa de Sutil?

“Juan ¡mira!” – “¿Qué pasa, María Isabel?” (María Isabel es la esposa de Sutil; su apellido es Condon, jijiji… perdón) “Hay unos hombres de negro, tipo paramilitares, en el living…” – “¿De nuevo? ¡Váyanse, desgraciados! A mí, nadie me genera presión”.

Esos sí que son sinsabores.

«¿Así eran los sujetos, don Juan?» «No me acuerdo, señor comisario, no me acuerdo».

Pero Sutil ahora se siente bien. Muy bien, de hecho.

Porque, desde que está el Boric, “lo que vemos hoy, y eso me da mucha esperanza y tranquilidad, es que Chile es un país mucho más sensato”. Reconoce eso sí que, al inicio, no estaba cómodo con el nuevo gobierno. Pero “el discurso de que los empresarios éramos despreciables se cayó como arpa vieja y el gobierno se dio cuenta de lo importante de trabajar con nosotros”.  

Bien.

“Lo noto en la calle, en el metro, en el aeropuerto; la gente se quiere sacar una selfie. Me pregunto si eso pasó alguna vez con algún otro dirigente empresarial. Me pasa todos los días en diferentes lugares”.

¡Todos los días! ¡En todos los lugares!

¿Qué va a hacer ahora Sutil? Anuncia que se dedicará a sus empresas, pero de un modo “menos ejecutivo”, es decir, sin esas molestas reuniones en la mañana. Y reitera que quiere seguir en el ojo público. Se entiende, con esa popularidad…

“Hoy el mundo del metaverso es importante, así como las redes sociales. No necesariamente puede ser un canal; se puede tener un programa que genere influencia”, aventura.

No, Juan Sutil. Qué metaverso, ni programa en Radio Agricultura, ni tres cuartos.

Pensemos en grande.

Lo suyo es Hollywood, la fábrica de los sueños. Ahí es donde tiene que estar.

Escríbales a los estudios Disney. Presente el siguiente pitch (así se dice en la jerga de ellos): una película animada sobre un chanchito de tierra incomprendido -llamado “Huan”, como lo pronuncian los gringos- que se convierte en una bellísima mariposa, amada por todos.

Parece que ya hicieron una película parecida. Bueno, pero ésta sería con Juan Sutil.