Se lo juro: soy tonto, no corrupto

Ante el Senado se presentó el megacorrupto, oscuro y mafioso fiscal José Morales, la figura escogida por el presidente Boric para oficiar de fiscal nacional por los próximos ocho años. Lo interrogaron por algunas de las investigaciones más conocidas que él saboteó, protegiendo a los encumbrados sospechosos. Su justificación: su propia incompetencia.

Estaba cómodo en el antiguo hemiciclo del Senado en Santiago. El candidato a fiscal nacional del gobierno de Boric sabe que la suya, es una carrera prácticamente corrida: tiene el favor de la derecha, de la Concertación y del oficialismo.

Pero siempre hay algún honorable que quiere hacerse notar o, más bien, recordar que su voto también vale, sobre todo cuando el quórum es elevado.

Así, por ejemplo, el senador RN Rodrigo Galilea. Este “honorable” es dueño de una constructora; de una sanitaria, junto a socios de Arabia Saudita; de varias inmobiliarias, algunas con intereses en Perú, Ecuador y Colombia. Por supuesto, opina y vota en todos los proyectos que le significan un beneficio personal -tributarios, de aguas, etc.- porque… porque así es la cosa, nomás.

Así que Galilea quiso hacerlo sudar un poco a Morales, para ver qué pasaba. Y con gran maldad, le sacó un datito no muy conocido.

Relató que Morales había iniciado una investigación en el famoso Caso Basura, la trenza entre personeros de Renovación Nacional y la DC para cobrar coimas de la empresa KDM, pese a que era un “ex-compañero de curso de la universidad” de unos principales imputados, el entonces concejal RN de Maipú Marcelo Torres.  

Está claro: lo del “ex compañero de estudios” debe tomarse como un eufemismo – o, quizás, una amenaza velada- de que Morales era re-amiguis con Torres. Cualquiera se habría asustado, pero Morales ni se inmutó. A él le quitaron ese caso, explicó, “que no tenía que ver” con el escándalo de corrupción de KDM, y lo agruparon en la investigación… ¡del escándalo de corrupción de KDM!

Claro, no tenía “nada que ver”.

Galilea insistió: ¿y cómo fue esa historia de que le prestó asesoría legal a la esposa de Marcelo Torres (ella, también “ex compañera de curso de la universidad” del fiscal Morales), preparándola para su declaración en la causa? ¿Siendo fiscal, lo que está prohibido? ¿Mmm?

¡Bah!, respondió el futuro fiscal nacional, si él sólo respondió a una consulta que le hizo la mujer; él siempre ayuda cuando alguien tiene alguna duda legal.

También le preguntaron por su actuación en el caso Cascadas de SQM, la empresa de Julio Ponce Lerou, de la cual fue apartado, debido a que no hizo absolutamente nada.

Morales se defendió brillantemente: todo ese asunto era un “fraude bursátil bastante complejo”, como queriendo decir que a él le superaba; y, además, dijo, en los siete años siguientes, en los que él ya estaba fuera del caso, tampoco se ha hecho nada.

¡Jaque mate!

Lo mismo con el robo en Carabineros. Morales recibió el aviso de los movimientos bancarios irregulares de uno de los involucrados, un coronel de los pacos, que giraba y repartía parte de la plata robada. $48 millones de pesos en muy poco tiempo que el policía no podía justificar.

¿Cuál fue la investigación de Morales? Archivó la causa; circule, aquí no hay nada raro.

Obvio.

¿Qué más iba a hacer, si el que movía la plata desde las cuentas de la institución, el general Flavio Echeverría, a los demás implicados, le mandó un informe en el que le decía que estaba todo en orden?

Ahora, reconoce Morales, se da cuenta que ese informe fue “fraudulento”.

¡Buena, Sherlock! Te demoraste sólo doce años en percatarte de ese pequeño detalle.

Los honorables senadores acogieron con beneplácito esa explicación –“soy imbécil”- para haber tapado ese robo multimillonario. Nadie quiso saber mucho sobre las coimas que recibieron ellos mismos, de SQM, de Angelini, de los otros grupos económicos; investigaciones que Morales tapó convenientemente años atrás. Las consultas, al contrario, se centraron en cómo iba a aplicar la Ley de Seguridad del Estado, cómo iba a lograr más condenas, etcétera.

Más temprano, la ministra de Justicia, Marcela Ramos, no pudo responder por qué o en qué Morales era un mejor candidato que los demás postulantes. Su nominación es una “decisión presidencial; no recae en el ministerio de Justicia”, se protegió.

Esta audiencia de la comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento del Senado posiblemente sea uno de los actos públicos más vergonzosos y descarados de los que se tenga memoria. Un acto sucio, pornográfico. Sin embargo, su realización fue rutinaria y tranquila, entre risitas y miradas cómplices, desde el PC a la UDI.

Así las cosas, será bueno, entonces, conservar un registro de las actas para referencia futura, cuando haya que rendir cuentas.