¿Así, o más corrupto?

De cinco postulantes al cargo de fiscal nacional, Boric nombró al más corrupto, al más desvergonzado, al más incompetente y al que da las mayores garantías de impunidad al régimen. Se trata de José Morales Opazo, el inventor de las “clases de ética” para los grandes empresarios. Un auténtico escupo en la cara de los chilenos.

Este gobierno no ignora la importancia y el enorme poder que acumula en sus manos el fiscal nacional. De hecho, tanto lo saben, que quisieron darle ese cargo a una amiga de ellos, la defensora de la Niñez, Patricia Muñoz.

Ella es tan, pero tan amiga, que en tiempos pretéritos le ofrecieron ser candidata presidencial del Frente Amplio, incluso antes de que pensaran en un tal Gabriel Boric para esa tarea.

Pero, para variar, tanto la amiga como los operadores del gobierno, lo hicieron todo mal.

Muñoz se esmeró pidiendo palos y cárcel para los niños y niñas movilizados, el Ejecutivo sondeó voluntades en el Senado. Pero se les olvidó, parece, lo más importante: la Corte Suprema.

Con esos también hay que hablar: preguntarles qué necesitan; si está todo bien o no; claro que le podemos dar un puesto a su sobrina de segundo grado, su señoría, no hay problema que la hayan echado del AIEP por bajo rendimiento, la ponemos de coordinadora intercultural interseccional decolonial… Hay que hablar las cosas, pues.

Y como ese importante proceso no ocurrió, los viejos de la Suprema se hicieron notar con uno de sus famosos Supremazos.  

Y esos viejos, cuando quieren, se hacen notar. En esta ocasión, cuando debían presentar la llamada quina -los cinco candidatos a fiscal nacional- pusieron a pura gente a gusto de ellos y de sus amigos. Pero no incluyeron a la señora Muñoz ni a ningún otro postulante cercano al gobierno.

Es más, al concentrar sus votos en dos personas, los ministros de la Corte, más o menos, delimitaron las opciones. Y esas eran un señor Valencia, antiguo operador judicial, que es amigo de todos; de Piñera, del bufete panameño detrás de los desfalcos fiscales de los Panama Papers y, por supuesto, del actual oficialismo. Fue el abogado de Carolina Tohá en el caso Publicam-Servel, por unas boletas truchas que sumaron unos 730 millones de pesos. Una parte de esa plata llegó a la actual ministra del Interior. Obviamente, no pasó nada.

La otra opción que dejaron los supremos fue la de José Morales Opazo, fiscal adjunto en la fiscalía centro-norte.

¿Qué hacer? ¿Cuál de los dos elegir? ¿O, quizás, atreverse e ir por alguno de los otros dos candidatos (entre medio, se había bajado uno de los postulantes)?

Para peor, la propuesta debe ser aprobada en el Senado, por dos tercios.

El presidente Boric, según explicó la ministra de Justicia, “después de un largo proceso de reflexión y de análisis de los antecedentes”, le dio el visto bueno, no al más ladrón, tránsfuga, corrupto, penca, desvergonzado total y derechamente criminal de la quina; no, no, nombró al más corrupto, penca, tránsfuga y etcétera, de todo el Ministerio Público.  

Porque eso es lo que es Morales Opazo.

Es tan, pero tan corrupto que, cuando era una carta segura para ser nombrado fiscal nacional en 2015 por el Senado, con el único propósito de echarle tierra a las coimas políticas pagadas por los grandes grupos empresariales, los propios “honorables” decidieron echar pie atrás, porque eso habría sido demasiado evidente.

Es tan corrupto, entonces, que Jorge Abbott – el súper corrupto fiscal nacional saliente- les pareció una opción más respetable.

Y, además, Morales es tan corrupto y tan penca que, para asegurar la impunidad de políticos y grandes empresarios sólo usa su incompetencia. Nada más.  

Por ejemplo, en 2011 pillaron a LAN, entonces propiedad del entonces presidente Piñera, coimeando de lo lindo en Argentina. Morales se hizo cargo de la investigación y no hizo absolutamente nada en ocho años. Sólo cuando ese caso fue expuesto en un informe de la OCDE ante todo el mundo como un ejemplo grosero de complicidad judicial con la corrupción, Morales reabrió la investigación… para seguir haciendo nada.

Es tan, pero tan corrupto y penca, que cuando le tocó el fraude del caso Cascadas de SQM, lo tuvieron que sacar de la investigación, porque sus esfuerzos por proteger a Ponce Lerou eran demasiado obvios.

Es tan desvergonzado que él elaboró el acuerdo para que los ejecutivos de las cadenas de farmacias coludidas fueran castigados con “clases de ética”. ¡Fue su idea!

Y, por supuesto, él es el que tapó todos los casos de coimas políticas que se develaron tras el escándalo de Penta. Gracias a Morales, ningún otro grupo económico tuvo que sufrir consecuencias, pese a que habían confesado los pagos millonarios,en presentaciones formales ante el Servicio de Impuestos Internos y, en el caso de SQM, las autoridades estadounidenses.  

También es responsable de trabar las investigaciones sobre las muertes en la empresa Kayser, durante el levantamiento popular de 2019. Y se podría seguir, pero ¿para qué?

Es cierto, ninguno de los fiscales y operadores judiciales que acceden a estos cargos es de los trigos limpios. Los otros no son mejores. Pero ellos, al menos, pueden exhibir alguna otra faceta distinta. Uno es masón. Otra es mujer. Uno es progre. Otro es facho. Uno sabe de leyes. Otro es bueno para chamullar. En fin.

Pero en el caso de Morales, su única característica distintiva es que es corrupto. Y penca. Ni un hobby tiene, de corrupto y penca que es.

El hecho de que Boric lo escogiera habla mucho de la calidad moral de nuestros gobernantes.

Pero es, sobre todo, indicativo de otra cosa.

El régimen sabe lo que se viene y quiere protegerse. Como sea.

Y ya no les importan las apariencias.