La familia de Hernán Canales, asesinado por el hijo del ex senador Carlos Larraín mientras conducía en estado de ebriedad, tuvo una tregua en su dolor. La Corte Interamericana de Derechos Humanos acogió un recurso contra el Estado de Chile por la denegación de justicia y otras leguleyadas.
La familia de Hernán Canales nunca obtuvo justicia por el crimen de uno de los suyos. El trabajador de 39 años fue atropellado por el hijo del ex senador Carlos Larraín, Martín Larraín Hurtado, de 24 años, en la madrugada del 18 de septiembre de 2013.
Podría haberse salvado, si el cobarde hijo del parlamentario le hubiese prestado auxilio. Pero el cobarde, reiteramos, se arrancó del sitio del suceso, dejando al trabajador tirado, agonizando, en la berma de una ruta en Curanipe, en la región del Maule.
En el caso hubo abogados caros de bufetes muy empinados; dinero a destajo para comprar silencios; corrupción en la actuación de jueces, de las policías, del Servicio Médico Legal y mucha impotencia para un país que observaba nuevamente como, con dinero no sólo se compran huevos, sino impunidad para los crímenes contra el pueblo.
Lo que no tuvo la familia Hernán Canales ni la familia de Diego Contreras (21 años), joven preso político que ayer salió en libertad condicional luego de estar casi tres años en prisión preventiva, fue un trato judicial en igualdad de condiciones. Todo el rigor de la ley para los que luchan. Toda la impunidad para los hijos de los ricos, para los pacos corruptos y asesinos.
Y aunque los reportes nos aclaran que lo que se puede esperar con este recurso en la Corte Interamericana es más bien simbólico, ya que no existen mecanismos para obligar a los Estados a acatar sus fallos, la recepción del caso por parte de la CIDH al menos da una tregua al dolor, la impotencia de una familia que ha tenido que ver día tras día, desde que Hernán Canales murió, como el régimen monta un espectáculo cotidiano de abusos.
Lo mismo para la familia del muchacho que hoy sale libre, tras ser amedrentado, golpeado, trasladado de cárcel en cárcel, castigado ejemplarmente por luchar.
Por todo los abusos sufridos, por todo el dolor que no tendrá reparo, porque sabemos que la justicia del régimen no es justicia para el pueblo, hemos declarado que nada, ni nadie está olvidado y que llegado el día este pueblo que nunca ha dejado de luchar, cobrará cada uno de los crímenes cometidos contra sus hijos y entonces… entonces, no habrá tregua.