Especistas y antiespecistas

Para terminar una semana corta sin mucho brillo, por qué no recrear algo particular. Como lo de hoy, la resolución del caso de un “especista”, reducidor, ratero de uniforme con estrellas y, en el otro lado, el de unos veganos locos que quemaban camiones de carnicerías: los “antiespecistas”. Para estos, hoy, cayó todo el rigor de la ley, para el ratero, lo habitual.

Como buen viernes, es infaltable el after hour, la zapatilla de clavo, la nadería misma y, para rematar, un incisivo reportaje sobre una “concienzuda” investigación sobre unos tipos locos que atentaban contra el sistema. Un cóctel espectacular para que no digan que la semana corta se quedó sin tema.

Y no es que no hubiera tema, lo de la “reforma previsional” o lo de los 1.580 millones extras que gastó la Secretaría de Comunicaciones (que dirige la vocera Vallejo) para nuevas contrataciones o el bullying contra la Cariola, que se quedó con las ganas en la puerta del horno…

Pero digamos las cosas como son ¿puede ser cualquiera de esos anodinos hechos más sabroso que echarle el guante a unos “terroristas, antisistémicos y veganos”,  sobre todo si se ha puesto tanto empeño en su aprehensión? Entonces vaya su challa.

“Una a una, los detectives fueron recogiendo las migajas que el grupo que atacó un centro de distribución de carnes en Quilicura dejó en el camino mientras huían. Desde el 19 de septiembre en adelante los policías comenzaron a reconstruir la ruta de escape de la banda que ahora fue detenida. Las cámaras de seguridad y la geolocalización de sus teléfonos terminaron siendo clave para dar con el paradero de los jóvenes autodenominados «antiespecistas» que ahora deberán enfrentar a la justicia”

¡¡¡Chan chan!!!!

En horas de la madrugada, mientras arrancan, uno de los antiespecistas veganos radicales, postea poesía para difundir el mensaje de amor animal.

No, no podemos negar que suena muy, pero muy, tentador leer la historia de estos sabuesos persiguiendo migas de pan.

La pista comenzó a seguirla el fiscal de la Fiscalía Metropolitana Centro Norte, José Morales, que, con la ayuda de los desocupados de la PDI, que salvo las transas que tienen de vez en cuando con los narcos o cruzar de una calle a otra, siempre a la misma hora y el mismo día de fin de mes para entregar un sobre con dinero de los gastos reservados para el mandamás de turno, no tienen mucho más que hacer. Y en sus tiempos libres, se dedican a eso, a perseguir a grupos extraños haciendo cosas extrañas.

Y los que cayeron hoy fueron los antiespecistas que se dedicaban a quemar camiones de carnicerías.

Los hechos se remontan a septiembre de este año. ¡Chan chan!, redoble de tambores.

Los desafortunados son un tal Nicolás Meléndez Mac-Kenney,  Itamar Díaz Castro, Diego Rivas Moraga y Rodolfo Olivares Maulén, que  aquella madrugada de los fatídicos hechos en que dejaron rastros de migas de pan, prendieron fuego a cinco camiones de la empresa Carnes Susaron.

Antes de arrancar del lugar, se permitieron dejar poesía. “Se amplía el ataque y vamos creciendo en atrevimiento, mente y peligrosidad. Cuidado que los grupos de intransigente beligerancia antiespecista están floreciendo como margaritas. Hoy atacamos esta empresa, mañana será a sus dueñxs y colaboradores de cualquier tipo. Para todxs ellxs pronosticamos plomo y esquirlas. Liberación animal sin consideraciones con quien se cruze (sic) por delante”

No queremos spoilear más. El gran reportaje de investigación está en radio Bio Bio. Allí el agudo equipo de investigación que recurrió al informe completo de los desocupados de la PDI, publicó la historia con todos sus detalles.

Ejemplar del tipo «especista», ratero de oficio, sin brillo, ni imaginación. Sus métodos son vulgares, lo mismo que sus motivaciones.

En contraste con tremendo notición, fue gris, obvio y habitual, lo del especista, reducidor, ladronzuelo de uniforme gris y estrellitas, Juan Emilio Cheyre que hoy salió sin pena ni gloria, de la prisión preventiva.

Es que tras lo suyo no hay ninguna gran causa, ni poesía alguna. Lo suyo es lo de siempre, robarse los recursos del Estado en un modus operandi bastante vulgar: sobres con dinero que van y vienen, un x día de la semana cada fin de mes.