Jornada redonda

¿Quién querría ir a Plaza Dignidad a la hora en que caen los patos asados? Nadie pues. Pero allí estuvieron ellos, los perkin de verde, haciendo el copamiento que quería el Boric con sus 25 mil pacos armados hasta los dientes. Y como calles hay por todos lados, así hubo hoy marchas y barricadas, en el norte y en el sur, mientras se asaban los patos y los perkin en el monumento aquel sin jinete y sin caballo.

Bien temprano comenzó el pueblo a manifestarse este 18 de octubre, para recordar que nada cambió, que sus muchachos están presos, que Boric y todos los que están con él engañaron al pueblo, que son encubridores de lo que hace tres años se le hizo al pueblo.

Las demandas del pueblo*

De las primeras acciones de la jornada, al menos de las que hicieron noticia, está la manifestación de un grupo de pobladoras de un comité de vivienda en la Florida. Hizo noticia porque sin motivo alguno, así como suele suceder, que no es noticia, los pacos se llevaron detenidas a cinco de ellas. “Andaí haciendo el show” le gritaba una de ellas, al paco que se llevaba a la compañera.

Los métodos del pueblo para manifestarse

Bien de madrugada también hubo cortes de ruta y barricadas. Por ejemplo, los trabajadores contratistas de la Federación de Trabajadores de la Minería Fetramin cortaron las rutas de acceso a la División Andina. Un enorme letrero adornaba la fogata “La clase obrera unida y organizada y en lucha, ¡vencerá!”. No hay más ciencia que esa, la unidad. Y así, durante la jornada las palabras pueblo, unidad, lucha se repitieron aquí, allá y acuyá.

Lo importante: la Unidad

También hubo sus barricadas en Peñalolén, más exactamente en la avenida Grecia con los Tres Antonios. Pero no solo en la capital se prendieron los fuegos. Durante la noche anterior, barricadas también hubo en las poblaciones en Antofagasta,  Viña del Mar y Rancagua.

Temprano también los automovilistas que transitaban por la Panamericana Sur se habrán encontrado con grandes lienzos puestos en las orillas de la carretera “A barrer con los políticos y sus acuerdos que traicionan las demandas del pueblo” o “Contra la colusión y las alzas, ¡el pueblo se alza!”.

¿Y en el centro de Santiago? Bueno, allí la cosa empezó a eso del medio día. Ya estaban apostados los perkin achicharrándose de calor con esos trajes de tortugas ninja. A esta hora ya se habían dado su dosis de mentolatum porque estaban más tiesos que turrón vencido.

El pueblo en acción (AP Photo/Cristobal Escobar)

Y mientras los ninja se achicharraban en Plaza Dignidad***, en otros diversos puntos muchachos y muchachas hacían agitación con panfletos en las estaciones del metro, con lienzos en las pasarelas de las autopistas, y para continuar, con barricadas donde los pillara el acomodo, la sombra, la alegría o la fuerza. Porque ya hemos dicho, hay tanta calle ¿para que ir a achicharrarse al Plaza Dignidad?

La juventud y su tesón

La jornada sirvió para todo, hasta para la redención. En las afueras del metro Los Héroes, con un gran lienzo,  la chiquillada invitaba a las compañeras a trabajar por la revolución, que eso no estaba tan mal: “la rebelión se justifica” firmaba la Organización Comunista Revolucionaria.

Y mientras toda esta creatividad y energía se desplegaba por los distintos barrios y poblaciones de Santiago, Valparaíso, Concepción, Antofagasta, etc. etc. en el cuartel central de la Moneda, Boric…

El Bori, y sus cómplices

Boric observaba por las cámaras de control de tránsito, asesorado por sus especialistas en orden y seguridad, ¡que no! que aún no se incendiaba Roma, ¡que no! que aún no llegaban los marcianos.

Que era lo de siempre, palos pal pueblo van y palos pal pueblo vienen y que como siempre, más porfiado el pueblo, sino era aquí era allá, que si no era ahora, era más rato. Y así se fue la jornada, a marchas, barricadas, piedras, lienzos, chuchadas contra los perkin, panfletos, bailongos…

Al final, a eso de las 18 hrs. los ninjas ya habían dejado la plaza, justo a la agradable hora en que se entra el sol y da paso a la agradable noche primaveral en la plaza del monumento sin caballo y sin jinete.