Una de las dichas de un revolucionario, quizás la más alta es hacer la revolución, la segunda para muchos es haberlo intentado, morir luchando por ella y por su pueblo. En el mes de octubre recordamos a los grandes revolucionarios del mundo, de nuestro continente y de Chile.
A principios del siglo XX, cuando las potencias europeas se encontraban en plena guerra mundial mandando a miles de hombres a morir en los frentes de batalla, otros trataban de resolver los problemas reales de los trabajadores y de sus familias. En medio de esa vorágine militarista y expansionista se levantó el liderazgo de Vladimir Ilich Ulianov, más conocido como Lenin. Corría 1917, bullía la crisis militar, política, económica y social del régimen, solo la salida revolucionaria era capaz de mostrar un camino diferente para Rusia. Es en esos momentos de incertidumbre, de indecisión política cuando surgen los líderes del pueblo, Lenin a la cabeza de los bolcheviques plantea la toma del poder inmediato por parte de los trabajadores y lo llevan a cabo, este hecho se conocería en la historia como la revolución rusa.
Ernesto Guevara de la Serna, para nosotros el “Ché Guevara”, pese a nacer en Argentina, recorre América buscando su destino y lo encuentra en México. Se embarca en el Granma junto a Fidel Castro buscando cambiar el designio político cubano. Se convertirá en el comandante Ché Guevara y gracias a su aporte personal la revolución cubana triunfará. Luego, vendrán el Congo y Bolivia, donde caerá luchando por otra patria necesitada.
Miguel Enríquez Espinosa, líder del movimiento de izquierda revolucionario provoca un giro en la política nacional, pues por primera vez la clase trabajadora chilena plantea la toma del poder mediante la revolución. La acertada decisión de no asilarse, de no escapar de los golpistas y combatirlos, impidió y retrasó la represión violenta de la dictadura sobre la clase trabajadora. Morirá protegiendo a sus compañeros.
Raúl Pellegrin Friedman, Rodrigo, comandante del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, una organización militar del pueblo surgida para golpear a los esbirros de la dictadura que querían matar a los pobladores. También planteó la idea de una revolución popular y la necesidad de realizarla. Sería asesinado luego de que se hiciera una serie de propaganda armada tomando diversos pueblos en el país.
La vida de todos estos revolucionarios viene a nuestra memoria en el mes de octubre, está marcada no solo por la actitud y convicción práctica de lucha frontal contra la burguesía, sino por las capacidades intelectuales y morales de todos ellos.
La revolución rusa triunfó y posteriormente tuvo que vérselas con el odio de las naciones que aterrorizadas quisieron derrocar el poder del pueblo soviético. Lenin pasaría a la historia, no solo por conducir resueltamente al pueblo a la victoria, sino que también por el ejemplo para los pueblos oprimidos del mundo que vieron en su lucha la solución a sus problemas. Décadas después, su llamado a la revolución se haría realidad en América, Ernesto Guevara comandando fuerzas rebeldes pondría su estrella en la historia cubana. Su caída en combate en la selva boliviana, a la vez impulsaría a una pléyade de jóvenes latinoamericanos siguiendo el ejemplo del guerrillero, uno de ellos sería Miguel Enríquez, levantando la posibilidad cierta para el pueblo de la toma del poder y de su lucha inquebrantable contra los enemigos de la clase trabajadora. Las balas golpistas acabarían con su vida, pero con él no se acabaría la fuerza impulsora de la revolución. Otra vez, el ejemplo sería parte de la prosecución histórica popular, nacería la resistencia militar contra la dictadura y tomaría la experiencia de Miguel Enríquez como elemento de impulso. Raúl Pellegrin, tomó en cuento esto, y se decidió no solo a acabar políticamente con la dictadura militar como lo pretendían los partidos políticos, sino que debía acabarse con el régimen mediante una revolución. La revolución es necesaria, y por ello se entregó en sus últimos días a persistir en ello, dando su vida.
La historia reflejada en estos hombres revolucionarios quizás opaca la voluntad férrea de muchos miles más, hombres y mujeres que llamados por el pueblo engrosaron las filas revolucionarias con el único fin de llevar la felicidad y la esperanza de un futuro más digno para la clase trabajadora. Pero es en ellos, donde nos reflejamos, en la sapiencia y liderazgo sin límites de Lenin, en el accionar ofensivo y ejemplificador del Ché Guevara, en la capacidad moral y de resistencia de Miguel Enríquez y, en el esfuerzo y la resolución de seguir adelante de Raúl Pellegrín.
El pueblo no olvida, prosigue su marcha de gigante, siguiendo los pasos de los revolucionarios. Aprende de las experiencias y continua el camino inexorable a la revolución.
Hoy más que nunca, sin dudar podemos decir que la revolución es el camino.