¡Que se vaya!

Tras el largo fin de semana, uno más en que el régimen apuesta al desgaste, los estudiantes secundarios volvieron a las calles. Los pacos se metieron al liceo Barros Arana y se llevaron a un dirigente estudiantil. Para mañana jueves hay convocatoria a marchar. Esta vez, para que el ministro de Educación se vaya.

Que Marco Antonio Ávila, ministro de Educación y por estos días, turista en Nueva York (andaba de utilería en la delegación de Boric en la ONU, era el que aplaudía), se vaya. Porque a pura cuchufleteada se ha pasado desde que llegó al cargo. Puras promesas, palabras grandilocuentes, y eso. Porque el estado de los liceos sigue donde mismo, o sea, en la precariedad absoluta. Porque la comida sigue siendo incomible y abundan en los liceos, abusos de poder y sexismo. Y qué decir de la falta de profesores. O sea, todo igual, ni más ni menos, todo igual.

Por lo mismo, lo de siempre: salieron nuevamente esta mañana los estudiantes el Internado Nacional Barros Arana, en el centro de Santiago, a protestar. Nadie dijo nada, ni pío, de que los pacos se metieran al liceo a detener estudiantes. Se llevaron al presidente del Centro de Alumnos. Dicen que iban sin autorización los pacos. Aunque si fueran con autorización no extrañaría a nadie. Este gobierno no es más que continuación -exacerbada- del anterior. El mismo mono, con otra corbata… o sin.

Los secundarios, la tiene clarita.

Luego de la arremetida contra su liceo, los estudiantes marcharon -acompañados por el acoso policial- hacia la municipalidad de Santiago a hablar con la rojiamarilla alcaldesa Irací Hassler. Al tono de “y cómo, y cómo, y cómo es la huevá, hay plata pa´los pacos y no para estudiar”, marcharon sin perder el ritmo, ni el tiempo.

Para mañana jueves la Coordinadora Secundaria Revolucionara (CSR) convocó a una nueva marcha. “¡Basta de falsas ilusiones, queremos soluciones!, esa es la solicitud que hacen cientos de estudiantes de la región Metropolitana, quienes en el último mes han protagonizado más de una masiva marcha por la capital”, consignó, apoyando en difusión, el diario del régimen, El Mercurio.