En nuestro continente continúa la incertidumbre del futuro de Haití, pues desde la salida de las tropas de la ONU, el país ha entrado en una vorágine de violencia. Bandas armadas de delincuentes, la represión policial y la convulsión social son parte del día a día de los haitianos. Hoy la mitad de la población del país está en peligro, pues carece de una alimentación adecuada.
Con la salida de las tropas de la ONU de Haití deja al descubierto un país en ruinas. Las tropas extranjeras, incluso las chilenas, no hicieron mucho por levantar el país, sino que se dedicaron a cobrar sobresueldos, a violar a haitianas, a atemorizar a la población y a la adopción ilegal de “niños huérfanos”. La misión militar en Haití, organizada por Estados Unidos, fue una excusa para experimentar cómo funcionaba un ejército latinoamericano en un país donde peligraba la “democracia”. El resultado es desastroso.
Los gobiernos haitianos títeres de Estados Unidos no han podido restablecer la tranquilidad social, pues a poco recorrer asesinaron al presidente Jovenel Moïse el 2021, como parte de las intrigas políticas por el poder que incluyeron a mercenarios colombianos y nexos con estadounidenses.
En la actualidad, el gobierno lo detenta Ariel Henry, que se encuentra en un viaje a Estados Unidos buscando empresarios que tengan la voluntad de hacer inversiones en la isla, mientras que la población del país sale a las calles para hacer notar su desconformidad con las políticas implementadas que no solucionan las demandas básicas. El alto costo de la vida, el aumento de precios de los combustibles y su escasez, la inseguridad diaria en las ciudades, son parte de los reclamos de los habitantes de Haití. Un planteamiento que se hace monótono es la salida del presidente Ariel Henry, que va acompañado de manifestaciones, barricadas y cortes de vías. La única vía que ocupa el gobierno es reprimir a los manifestantes. Sólo en la semana pasada han muerto tres personas y una cantidad de decenas de heridos.
La incertidumbre se hace evidente en las elecciones presidenciales, las que han sido pospuestas y no hay una fecha estipulada para su realización.
Haití es uno más de los países que padecen las secuelas de la pandemia, de la crisis de conducción política, de la corrupción, de la militarización de la policía, de la crisis económica, que se suma a la inflación mundial causada por las medidas económicas implementadas por la Otan y Europa en contra de Rusia. Siendo el país más pobre de América, no se ve plausible una salida a la crisis general que la embarga, pues antes deben superarse en el mundo esos problemas globales, lo que no tiene una fecha probable.
El devenir de este pueblo sólo podrá esclarecerse si los mismos trabajadores asumen el poder, pues los reiterados gobiernos de turno sólo incrementan la pobreza de la población, mientras profitan de las riquezas del país.