La prolongación del conflicto en Ucrania augura un frío invierno en Europa Occidental, como consecuencia de las sanciones impuestas a Rusia.
Todo comenzó cuando desde Gazprom, la empresa rusa proveedora de gas a los países de Europa occidental, expusieron el viernes pasado que cesaría el flujo del hidrocarburo. Esto, a raíz de una fuga de aceite detectada en una turbina de la única estación compresora que permanecía funcionando y que estaba abasteciendo a la región desde Alemania.
Desde la Unión Europea alegan que esto sería una falacia rusa, y que estaría siendo utilizado en forma de manipulación a los países de la región. Sin embargo, desde el Kremlin se defienden, exponiendo que el contrato plantea claramente que en estos casos el país donde se ubique la falla deberá hacerse cargo de los gastos de reparación. Algo que, por las sanciones impuestas por los mismos países europeos a Rusia, hoy en día es imposible de cumplir.
Ante esta situación, los afectados siguen siendo las y los trabajadores que habitan la región, ya que son ellos quienes deberán enfrentar las alzas en las boletas de fin de mes, más aun con el fin del verano y la llegada del frío.
Algunos países ya comienzan a levantarse en forma de protesta popular contra las sanciones impuestas a Rusia, ya que estas las está pagando la clase trabajadora que vive en Europa. No está de más decir que estas sanciones, injerencistas, por parte de la Unión Europea, son alentadas por Estados Unidos y el Reino Unido, ambos países, ajenos a este conglomerado, pero con altos intereses en el endeudamiento que pudieran traer estas y otras situaciones relacionadas con la falta de energía para la producción de innumerables bienes y servicios, indispensables para la vida cotidiana de las personas.