“No queremos otro estallido”: gobierno lanza su desafío al pueblo

Mientras las manifestaciones de los estudiantes secundarios continúan sin pausa, el gobierno, en voz de la nueva ministra del Interior, aumenta la apuesta en contra del pueblo: “el intento de paralizar la ciudad no se logró”. Es decir, sólo escuchará las demandas populares cuando la protesta sea general. Bueno saberlo.

Para el gobierno, los estudiantes no tienen “ninguna demanda clara”, “han cruzado los límites”, “no tienen ningún argumento”. Como era de esperar, con el ingreso de Carolina Tohá al gobierno, la retórica de las autoridades se desplazó de las cínicas habladurías progre a la fanfarronería represora de la Concertación y Piñera.

Tal como ocurrió con el gobierno pasado, el actual cree, ante la evidencia de su fracaso, que una declaración de guerra en contra del pueblo es la mejor solución.

Según la ministra del Interior, los estudiantes secundarios “no tienen ninguna demanda clara”, en circunstancias que éstas han sido ignoradas durante años y, ciertamente, en los últimos seis meses de la actual administración.

Acorralado por el derrumbe definitivo del acuerdo del 15 de noviembre en el plebiscito del pasado domingo, por el fracaso de sus tratativas de un “nuevo” acuerdo de los partidos del régimen, el gobierno pretende descargar su frustración con los estudiantes secundarios.

Y planteó cuál sería su límite para ceder en ese afán: “paralizar las grandes ciudades”, algo que, según dice, no se habría logrado aún.

Pone bastante arriba la marca. Y, al igual que Piñera con su “declaración de guerra”, se priva a sí mismo de todo margen de acción.

La ministra Tohá sostiene que “no hay elementos” de un “nuevo estallido”. Pero hay un elemento que es igual: un gobierno que deja su supervivencia en manos de un “gran acuerdo nacional”, es decir, de una componenda con sus supuestos adversarios políticos.

Los otros “elementos”, en cambio, son, en efecto, distintos a 2019.

Pero existen.

El principal es que el pueblo ya hizo su levantamiento y ha podido sacar abundantes lecciones y experiencias.

Una de las cosas que aprendió es no confiar nunca más en los representantes del régimen que dicen defender sus demandas, o que las estrechas aspiraciones políticas -ya sean en su versión progre-pluri-eco, comoen su expresión, ahora más transversal, de “sáquenme estos rotos de aquí”- de los sectores medios son idénticas a las de las grandes mayorías populares.

Otro “elemento” que sí está, es que ha quedado claro que el momento y la forma de su acción la debe elegir el propio pueblo, con sus organizaciones reales.

Y, sí, la forma o, mejor dicho, el método más adecuado es lo que el gobierno llama, en lenguaje más bien policial, “paralizar las grandes ciudades”.

El pueblo y la historia tienen sus propios conceptos para ese tipo de acontecimientos.

Pero, señora Tohá, no peleemos por palabras. Digámoslo en un tono más juvenil: “challenge accepted”.