Aquí vamos de nuevo

El régimen los acusa de hacer berrinches, de no ser claros, no entienden por qué, si se votó rechazo, esto no pare y, al contrario, aumente. Cómo podrían entender que se está mejor en la calle, luchando, juntos, con alegría, fuerza y convicción. Mejor que adentro, donde escasean los profes, la comida, el calor, el respeto y la dignidad. Afuera, se siente renacer la primavera.

Hoy fue nuevamente. Con la misma fuerza, pero aumentada, porque se sumaron más. Vinieron de más liceos, se tomaron más calles, más metros. Se sumaron los universitario, también salieron en Valparaíso y Antofagasta, como una antorcha fue el día, como una señal. Mareas de niñas sonrientes, felices de hacer la cimarra de un liceo que no sirve de nada, bajaron las escaleras del metro, saltaron los torniquetes, cantaron “el pueblo unido jamás será vencido”.

Dicen que quemaron dos micros. Que muestren sus pruebas. Dicen que apedrearon una cuca, es muy cierto, porque a la policía bastarda, todos los golpes del pueblo. Dicen que lanzaron molotov a instalaciones del ejército. Como dudarlo, el pueblo no quiere a los militares del explotador.

Y en un mundo paralelo, más gris, decadente, ruin, entre transa y transa, seguía el conciliábulo contra el pueblo. El intento de nota primaveral la dio Boric, en uno de esos patios de La Moneda. Allí, al estilo de «también puedo hacer de parvularia» ante unos estudiantes de cartón piedra, habló de tolerancia, de aprender de la diferencia, del diálogo.

Fue un patético intento cortado de cuajo -su sonrisa actuada, la pose de Dalai Lama, mano en pecho (o tipo «salgan de mi playa», uno se confunde con esa mano tan de mentira)- con un “no están todos, faltan los presos”. Es que no hay caso, allí en los salones, nada de es de verdad, todo es de mentira, porque la primavera está afuera, con el pueblo que marcha y avanza.

En ese mismo mundo paralelo, en que la derrota da paso a esa humillación sin vergüenza, a ese arrastrarse como gusanos, un senador, sin mucha noción de lo que se avecina, se explayaba con “brillantes” ideas en un canal de televisión. “Que hay que utilizar todos los recursos posibles, también los de inteligencia, habría que infiltrar las marchas estudiantiles”. El original, es el senador Juan Luis Castro quien se hace llamar «socialista».

Pero su idea no era nada de original. Porque a esas horas, en alguna que otra estación de metro el gobierno ya había instalado pacos, vestidos de guardias de metro, en diversos puntos de la ciudad.

Pero nada de eso importaba. Todo era minúsculo. Incluso la lluvia y los paraguas que se desplegaban en las marchas de los muchachos, porque la primavera estallaba en su esplendor, hecha alegría. Alegría de estar juntos, de que nuevamente aparecen los brotes de la dignidad, de la conciencia y la valentía. Afuera en las calles, no en los liceos, se siente tibio, unos junto a otros, completos, con tanta cosa por ganar.

“Liberar,  liberar a los presos por luchar….de este a oeste daremos la pelea cueste lo que cueste…el pueblo unido jamás será vencido”

PD: Alerta, mañana otra jornada de evasión.