El ajuste en apuros: piden más platita al FMI

El Banco Central contrajo un crédito con el Fondo Monetario Internacional por casi 20 mil millones de dólares. Tranquilo, es “sólo precaución”, dicen las autoridades. Los datos duros cuentan otra historia.

El acuerdo aprobado por el FMI es parte de su programa de línea de crédito flexible. Ese mecanismo, a diferencia de los paquetes de “ayuda” habituales del organismo, no exige un programa formal de acciones económicas para asegurar el ajuste en favor del capital.

En el caso de Chile, los mandamases del Fondo dan eso por descontado. Obediencia debida, le llaman.

La decisión del Banco Central coincide con crecientes rumores de una nueva ofensiva especulativa en contra del peso, que coincidiría con el plebiscito constitucional. El instituto emisor debe financiar un mega programa de 25 mil millones para contentar a los capitales que especulan con la paridad peso-dólar.

La presidenta del Banco Central, Rossana Costa, estrechamente ligada al círculo de Sebastián Piñera, señaló que, además, hay a una opción similar, pero en renmimbi, la moneda china, ofrecida por el Banco de la República Popular China por el equivalente a 8 mil millones de dólares.

Sumando todas las posibilidades de acceder a divisas, las autoridades monetarias podrían disponer de un total 27.500 millones dólares, en caso de “riesgos de shocks externos significativos”, como, por ejemplo, -según el comunicado del FMI- una “posible desaceleración brusca de la economía mundial, choques de precios de las materias primas, las repercusiones de la guerra de Rusia en Ucrania, o un continuo endurecimiento de las condiciones financieras internacionales”.

Todo sería por “precaución”.

Pero lo que no dicen es que estos “shocks externos”, más que “riesgos” son, simplemente, una descripción sumaria de la situación real.

Las repercusiones de la guerra en Ucrania o, más preciso, las consecuencias de la guerra económica en contra de Rusia, ya están golpeando a las economías europeas, principalmente, Alemania que, conforme se acercan el otoño y el invierno, se debe preparar para un aumento exorbitante de sus costos energéticos: sólo en la última semana, el alza fue de 39%; en lo que va del año, ya son un aumento de 860%. Y es sólo el comienzo.

En tanto, en Estados Unidos, la Reserva Federal, en contra de las predicciones del “mercado”, anunció que continuará su política de alza de la tasa de interés. Eso significa que se fortalecen las tendencias recesivas y sus efectos: desempleo y deterioro de las condiciones de vida de la amplia masa de la población.

El capital, en cambio, sale ganando. Pero, para ello, debe liquidar sus inversiones financieras en los países dependientes, como Chile, para redestinarlas en Estados Unidos. Resultado de esa tendencia: sube el dólar, suben los precios y el Estado queda más presionado para pagar tanto crédito.

Porque, lo chistoso es que, pese a que, económicamente, no nos parecemos en nada a Estados Unidos, gobierno y Banco Central aplican las mismas políticas. Pero mientras el presidente de la Reserva Federal al menos reconoce que sus medidas causarán “algo de dolor” a las familias, en Chile, todo es simplemente “precaución”.   

Porque, si vemos los números, lo de la precaución es puro cuento. El déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos -en simple, lo que la economía debe financiar de algún modo con cash gringo- subió a 8,5% del PIB en el segundo trimestre. Hace apenas un mes, la calificadora Fitch Ratings, había alertado sobre el peligro de que el déficit llegaría -según sus cálculos- a 6,2% del PIB. Se quedaron cortos; la cosa es mucho más grave.

Todo esto, por supuesto, pinta un cuadro bien oscuro, si es que no se les para la mano a los capitales que se están haciendo, como siempre, la América con la crisis.

Es sólo una idea, pero podría ser -quizás, en una de esas- que el régimen político, que es servil a esos intereses, nos esté embolinando un poquito la perdiz con conflictos falsos y musarañas varias, para que no nos demos cuenta de lo que están haciendo.

Los trabajadores vamos a tener que ponernos más vivos, porque están, calladitos, calladitos, esquilmando al pobre.