El mes de la Patria

Arriba están todos acelerados. Todo es urgente, urgente. Se atacan, se ofenden, mientras negocian y venden. El pueblo observa con distancia los manejos de los ricos y de los funcionarios. Sabe que el tiempo está a su favor. Más aún ahora, que empieza el mes de la patria.

“El tiempo está a favor de los pequeños, de los desnudos, de los olvidados, el tiempo está a favor de buenos sueños y se pronuncia a golpes apurados, El Salvador y el tiempo, la suma del coraje, se han convertido en sol violento y han emprendido claro viaje…”

Esta canción se la dedicó “al heroico pueblo del Salvador y a su hermano querido, mártir y poeta de la revolución de Latinoamérica, Roque Dalton, en 1984, el cantautor de la otra revolución, la cubana, Silvio Rodríguez. Entonces, el pueblo de Chile se levantaba contra la dictadura.

El tiempo está a favor de los pequeños.

Y así, por estos días, en que la televisión y la radio replican las histerias progresistas y reaccionarias de última hora, porque todo se juega para ellos este próximo domingo 4, dicen, el pueblo, observa. Porque el tiempo está a favor de los pequeños.

Hay una certeza. Todo está en sus manos. Agazapada, esa convicción, la trae desde que se levanta, hasta que se acuesta. Todo está en sus manos. Si no, mire dos años atrás, piensa.

Septiembre es bueno, porque acaba el invierno y vienen las empanadas, elevar volantines, la fiesta. Juntarse con la familia, repartir el pan. En las radios, escucha que apresaron a un tal mapuche, muy peligroso. Escucha a los políticos darse el festín, mañana, tarde y noche. Pero es fugaz la derrota. Lo sabe.

Mientras lava la loza, la vieja mira por la ventana, este domingo tibio. “Pobre el hombre preso, le van a dar como caja”. Se solidariza, sin preguntarse mucho por qué, en una de esas no es de los trigos limpios. O sí. ¿Quién sabe? Lo que sí sabe es que los carceleros nunca han estado de nuestro lado. Que si hay que dar una lección, que si vienen las elecciones, piensa la vieja, mientras mira por la ventana, con el sol tibio afuera y se alegra, porque otro invierno ya pasó.  

Porque ya no es como antes. Todo anuncia que las cosas van a mejorar. Que ya no es como antes, puro golpe apurado. Los muchachos salen a la calle, se tiran a huelga los trabajadores, la gente reclama lo que antes callaba; en la plaza Dignidad, desde hace incontables viernes van por los presos, a luchar.

Que si levantan banderas o marcan las casas, que si se apropian de sus luchas, que quién les puso ficha, que da lo mismo… el pueblo no se afana, ni se desgasta más que en su propia lucha. Y la suya, no es una elección, es recuperar la patria entera, nuevamente. Es ese el llamado, persistente.  

Y septiembre es el mes de la patria. Nuestra patria amada, mancillada y asaltada. Nuestra patria, madre. La de las luchas, la del pueblo trabajador, la del pueblo generoso.  Es el mes de la patria, que anuncia sin prisa, pero sin pausa, esa convicción. Esa de que el tiempo está a favor de los pequeños, de los desnudos y los olvidados.

El tiempo está a favor del pueblo.