Siempre la dejan rebotando. Agarramos el balón y a propósito recordamos “La historia de las dos ciudades”, la célebre novela de Charles Dickens. Igual que allí, aquí hay dos mundos, parecen opuestos, dialécticos, como la historia que nos cuenta la añosa novela. Pero si somos exactos, aquí no hay opuestos, son todos narco, sólo que unos son más ineptos que otros.
“Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos; la edad de la sabiduría, y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación. Todo lo poseíamos, pero no teníamos nada; caminábamos en derechura al cielo y nos extraviábamos por el camino opuesto. En una palabra, aquella época era tan parecida a la actual, que nuestras más notables autoridades insisten en que, tanto en lo que se refiere al bien como al mal, sólo es aceptable la comparación en grado superlativo”.
Así comienza la novela que el inglés Charles Dickens publicó, en varias tiradas, a partir de 1859. Dicen que dijeron que dicen que es uno de los mejores comienzos en la historia de la literatura.
La novela de Dickens trata de dos ciudades, París y Londres. La primera, convulsionada, en los albores de la revolución francesa. La segunda, escenario de tranquilidad y armonía para una historia de amor. Una fábula sobre lo que se avecina. El conflicto de dos mundos ante las profundas transformaciones que vendrían para los hombres de buena fe.
La historia de hoy, sin embargo, por la insignificancia moral de sus personajes y la ridiculez de los acontecimientos nos cuenta otra fábula, la de la DC.
Hoy, en representación de la DC, su presidente, Felipe Delpín, ingresó una querella contra su antecesor Fuad Chahín, por presunta administración irregular de los bienes inmobiliarios del partido. Chahín, según el escrito, “habría ocasionado perjuicio al patrimonio del partido al vender una propiedad en la comuna de La Florida” y además “habría intentado vender dos propiedades bajo el precio de mercado, ubicadas en Macul y Talagante”.
Una bolsa de caca directo a la cara de Chahín. Pero ese hábil como gato de campo, como cuando les cobraba a las grandes pesqueras por “revisar contratos” una cosita poca y zafó, sin que nadie le dijera nada, Chahín salió a acusar una operación en su contra por estar a favor del Retchazo.
Para sí, mientras le subía la sangre a la cabeza al enterarse por los medios de la querella, Chahín habrá pensado “Qué se cree ese Delpín, si lo acusaron por lo bajito de acoso sexual, maltrato laboral, como alcalde de la Granja, además, su hija no es de los trigos limpios; la Natalia estuvo metida en ese escándalo del polideportivo San Gregorio”.
Chahín recuerda y le da rabia que sean tan caras de raja. Efectivamente, la hija de Delpín anduvo levantando polvareda cuando se supo que pertenecía a la sociedad inmobiliaria que dejó tiradas unas obras en las que se invirtieron $6.700 millones y que le costó el puesto a Felipe Guevara, ex intendente de la RM, porque su hermano también estuvo metido en el negociado ese.
Así que va su telefonazo. Pásame con Delpín, ctm.
Y le habrá leído el listado con los nombres de todos los camaradas y sus respectivos negociados. Y surtió efecto. Horas más tarde, la DC, anunció que ¡no! que había un error, que a Delpín le habían llegado antecedentes erróneos, que Chahín no se había metido na’ esas lucas al bolsillo con las propiedades del partido.
“Vengo en desistirme de la querella presentada ante el Tribunal de SS. A su vez, y presente en este acto, don Fuad Eduardo Chahín Valenzuela de conformidad a lo dispuesto a en el artículo Nº 119 inciso segundo del Código de Procedimiento Penal, acepta expresamente el desistimiento de este querellante”.
Bien reírnos. Historia cerrada.