O sea, le sumaron cargos al delincuente. A la malversación de caudales públicos, en bonito, o robo, en verdad, ahora le sumaron el delito de lavado de activos al ex director general de la PDI Héctor Espinosa Valenzuela.
El lavado de activos consiste en que el ladrón oculta o disimula el origen, ubicación, propiedad o control del dinero y/o bien obtenido ilegalmente. Y Espinosa, así quedó acreditado, sabe de aquello. Porque vaya que se las rebuscó para enchular el origen y el destino que le dio a las lucas que se robó de los gastos reservados.
Espinosa recibió mes a mes, desde el año 2015 al 2017, en un sobre que llegaba a sus manos puntualmente, la módica suma de $146 millones desde la caja negra llamada Gastos Reservados. Ítem desde el que han sacado también los altos mandos de los milicos y los pacos para darse la gran vida. Por lo tanto, tenga presente que no hay dinero para arreglar los liceos, ni comprar leña, ni tener comida decente para nuestros niños. Menos para subir los sueldos o subsidiar la parafina o bajarle el precio al gas o para…
Espinosa, el cocinero, su mujer y el amante están formalizados desde octubre de 2012 por malversación de caudales públicos, lavado de dinero y falsificación de instrumento público. Su cónyuge, María Neira Cabrero y su ex ayudante personal, el que le entregaba los sobres, el comisario Eduardo Villablanca, también siguen siendo investigados. No vaya a ser que surjan otros delitos.
Del cocinero y el amante, que más da. El mandamás era él.