Las 40 horas a medida

A medida de los empresarios, lo que significa que para que sea una realidad, tendrían que llover ranas. El acuerdo fue sellado con alegría por la Ministra del Trabajo y tres organizaciones sindicales. Juan Sutil, el bicho rastrero fue el más contento. ¡Bingo! habrá pensado, en su pequeño, minúsculo, cerebro de reptil, “los tenemos en el bolsillo”.

Un acuerdo a medida de los empresarios. Así resultó el documento que selló el representante de los empresarios, Juan Sutil, presidente de la Confederación de la Producción y el Comercio, CPC, la militante comunista, Jeanette Jara, Ministra del Trabajo, tres centrales sindicales y representantes de las seis ramas del gran empresariado nacional.

De la manito llevó Juan Sutil a estos “sindicalistas” de poca monta, serviles al patrón, para olear y sacramentar el acuerdo. “Pase Arturito, aquí, aquí tiene que firmar, si no sabe, haga un monito, una mosca, lo que sea”, lo empujaba Sutil, el gusano alimaña rastrera, a Arturo Martínez, presidente de la Confederación de Trabajadores de Chile, su CUT privada.

Sí, sí, es el mismo Arturo que alguna vez fue presidente de esa otra sindical, la CUT, que, en comparación a las que fueron hoy, podríamos decir que es casi bolchevique Porque las que estuvieron en el famoso acuerdo son menos que amarillas.

Es que se come tan rico con los patrones, si uno les sabe llevar el gusto, si le encuentra la hebra, se anda fácil en estos salones. Y así fue. A las tres centrales, traidoras a los intereses de los trabajadores, el patrón los llevó derechito a firmar el acuerdo a medida.

Las 40 horas se implementarán gradualmente (de aquí a cinco años, mmmm) y se implementará si y sólo si, no se reduce la productividad. Pero eso significa que nunca se podrían reducir las horas trabajadas, porque, aunque una reducción pequeña tiende a aumentar la productividad laboral, eso no ocurre inmediatamente. Y ese sería el costo que los empresarios deberían pagar por reducir el horario de trabajo.

Y que, en breve, no quieren pagar.

Con peras y manzanas, para que nos quedara bien clarito.

Para que no se viera tan feo, la ministra Jara se preocupó de informar que para este gran acuerdo se habían juntado con 200 organizaciones empresariales y sindicales (o sea, sumando y restando serían 197 empresariales y 3 sindicales), centros de estudios y universidades para “garantizar el proceso de diálogo”.

¡Haberlo dicho antes! Por suerte este acuerdo tuvo observadores humanitarios, de lo contrario nos habrían regresado a la edad media.

Entonces, si ya había hecho sus cálculos para llegar más temprano e irse de pichanga con los amigos del barrio, vaya guardando el buzo. Le esperan las 50 horas bien explotadas de siempre (¿no le pagan el tiempo de locomoción, no?) con salario de hambre incluido, por lo de la inflación y la guerra, ¿recuerda?

Pero digamos la firme: no todo fue tan malo. Aunque no muy original, sí es tiernito. Van a poner el “Sello 40 horas” (no en las casas, obviamente) en las empresas donde se aplique esta reformadora nueva realidad gradualísima para la clase trabajadora. Nanai.  

Concentrados leyendo el acuerdo redactado por los empresarios. Sutil con cara de circunstancias, no vayan a decir que lo redactaron ellos.

Para que no se olvide, firmaron este acuerdo por usted, por nosotros, Alejandro Steinlen, presidente de la Unión Nacional de Trabajadores;  Magdalena Castillo, presidenta de la Central Autónoma de Trabajadores y Arturito Martínez, presidente de la Confederación de Trabajadores de Chile.

¿No le suenan? Seguro que no. No se les ha visto ni en pelea de perros.