La Guerra entre Ucrania y Rusia sigue cobrando victimas en el viejo continente. Además de las lamentables e inocentes victimas del conflicto en el campo de batalla y sus alrededores, los promotores de la guerra comienzan a caer uno a uno. Hace unas semanas fue Boris Johnson en el Reino Unido, luego la primera ministra de Estonia, Kaja Kallas y, ahora, Mario Draghi, el premier italiano.
Hace una semana, Draghi había presentado una primera dimisión al presidente de la república italiana, Sergio Mattarella, quien lo nombrado en el cargo hace un año y medio. En esa primera ocasión, Mattarella había rechazado la renuncia y Draghi, al parecer, había reflexionado mejor su decisión y a la luz del “apoyo popular” que le mostraron las encuestas, había puesto marcha atrás.
De esta manera, se presentó ante el Senado para exponer su nuevo programa de gobierno, el cual buscaba dar en el gusto de los partidos de derecha como Forza Italia y La Liga, para que estos mantuvieran su apoyo al gobierno y poder seguir adelante. Para su mala suerte, estos ya habían olfateado la posibilidad de obtener una victoria en unas posibles elecciones anticipadas. De esta manera, revocaron su apoyo a Draghi, a lo que luego también se sumó el Movimiento 5 Estrellas.
Para comprender la figura de Draghi, es importante mencionar que este personaje podría ser comparado con Mario Marcel, quien por estos días da mucho que hablar en nuestro país. Draghi fue presidente del Banco Central Italiano y posteriormente dio el gran salto al Banco Central Europeo, todo de la mano de Silvio Berlusconi. Durante los 90’, Draghi se encargó de llevar a cabo la liberalización de Italia, privatizando los sectores que habían sido, hasta esa fecha, patrimonio del Estado. Mario, el italiano, había sido ungido a primer ministro el 3 de febrero del 2021, en medio de la crisis sanitaria de la COVID-19, y donde Italia buscaba revitalizar su maltrecha economía. Así fue como Draghi, a pedido del presidente Sergio Mattarella, estuvo delante de un gobierno de amplia coalición, lo que se llama un gobierno de unidad, o en palabras simples, un gobierno para salvar el sistema (¿le suena eso de amplio y salvar el sistema?)
Con las consecuencias económicas que ha traído la guerra en Ucrania, los problemas internos de escasez hídrica en Italia y una democracia frágil, se configuró el escenario perfecto para que el país de la bota recordara la tradición de gobiernos cortos y elecciones permanentes. Algo que los mismos italianos llaman, los gobiernos de verano, que se encargan de mantener en pie la fiesta de la democracia por medio de Spritz (trago típico italiano y especial para el verano y las olas de calor) y Tiramisú (el fresco postre mucho más conocido en nuestro país).
Así las cosas, todo parece indicar que a inicios de octubre los italianos e italianas deberán volver a las urnas para escoger nuevos lideres políticos, eso sí, el ánimo en las calles está enrarecido, cuando la inflación y la falta de alimentos entran en acción, la clase trabajadora da un paso al frente y comienza a presionar a partir de sus múltiples formas de lucha. Italia, como Chile, tiene una tradición histórica de poder popular, con el trabajo realizado por los partisanos durante la segunda guerra mundial para terminar con Mussolini colgado en la plaza pública y recobrar su libertad.
Veremos qué se trae entre manos el valiente pueblo italiano para las próximas semanas. Lo que ya es una realidad, es que todos caen en Europa, menos Putin.
¿Coincidencia? No lo creo.