La nueva embajadora de Estados Unidos, recién confirmada por el Senado, delineó cuál es uno de los objetivos de Washington en Chile: levantar a Gabriel Boric como “líder de una nueva izquierda latinoamericana”, sumisa, se entiende, al imperio.
La confirmación de Bernardette Meehan en el cargo de embajadora de Estados Unidos en Chile demoró más de un año. La ratificación de los nombramientos en el Senado estadounidense fue una importante moneda de cambio de los republicanos en las negociaciones legislativas con la administración de Joseph Biden. Pocos días después de que el presidente reconociera su derrota en la tramitación de un paquete de gasto de más 3 billones de dólares, la oposición levantó su veto y aprobó varias de las nominaciones pendientes.
Meehan posee importantes conexiones con el establishment demócrata en Estados Unidos. Comenzó su carrera en Wall Street, en los bancos de inversión JP Morgan y el fenecido Lehman Brothers, antes de pasar al Departamento de Estado. Trabajó en el equipo de Hillary Clinton cuando ésta se desempeñaba como secretaria de Estado y en la Casa Blanca, como vocera del Consejo de Seguridad Nacional de Obama. Tras la asunción de Trump siguió como directiva encargada de asuntos internacionales de la fundación privada de Barack Obama.
También tiene amplia experiencia. Además de su manejo en los pasillos del poder en Washington, Nueva York y Chicago (la capital de Obamaland), experimentó la vida imperial en las colonias. Cuando trabajó -en una función subordinada- en Colombia fue víctima de un bullado secuestro exprés a manos de delincuentes comunes y conoció Irak en uno de los períodos más agudos de la guerra.
También participó en las delicadas negociaciones para el restablecimiento de relaciones entre Estados Unidos y Cuba, uno de los mayores hitos diplomáticos -hoy, prácticamente desactivado- de las últimas décadas.
Varios de los antecesores de Meehan fueron empresarios que habían donado a las campañas presidenciales de los respectivos presidentes y recibían las embajadas como recompensa. Ahora no. Su nombramiento al puesto en Santiago refleja que Washington cree que, ahora, se requiere de una profesional.
Las audiencias de confirmación ante el comité de relaciones exteriores del Senado, realizadas en marzo pasado, lo reflejaron. Pese a ser una de cuatro postulantes para diversos cargos, Meehan concentró el interés de los senadores demócratas (los republicanos no asistieron).
El único momento incómodo ocurrió cuando el presidente del comité, Bob Menéndez, la cuestionó por su papel en las relaciones con Cuba. Menéndez, senador por Nueva Jersey, notorio por el cúmulo de acusaciones de corrupción que enfrenta -y quien podría ser fácilmente un personaje de la serie de mafiosos “The Sopranos”, avecindados en ese estado- es parte del lobby gusano en Estados Unidos.
Meehan respondió que sólo cumplía órdenes y pidió perdón si alguna vez dijo o hizo algo que ofendiera a la “comunidad cubano-americana”.
Con respecto a Chile, explicó que la prioridad de su gestión sería la defensa de los intereses de los capitales estadounidenses y la contención y “vigilancia” de las inversiones chinas en nuestro país.
Indicó que el país vive “grandes cambios” -mencionó, al pasar, la convención constitucional, un tema que no concitó ningún interés de los senadores, a diferencia, por ejemplo, de los convenios bilaterales para la exploración astronómica.
Muy decidor.
Pero el principal cambio que mencionó Meehan es el nuevo gobierno de Gabriel Boric. “Estoy muy alentada”, dijo, que el mandatario chileno no haya dudado en “hacer retroceder a miembros de su propia coalición que habían mostrado discrepancias con sus declaraciones de condena en contra de regímenes autoritarios” y su apoyo a la política de la OTAN en la guerra de Ucrania.
Los regímenes autoritarios, por supuesto, son Cuba, Venezuela y Nicaragua. Un tema que, ciertamente, captó la atención del senador Menéndez quién le preguntó directamente qué haría con Boric en ese asunto.
Meehan respondió: “Tenemos una oportunidad única con él”.
“Nos da la oportunidad de acercarnos a él”, explicó, “para ser un nuevo tipo de líder de la izquierda en la región”.
“Es un área en que estaré activamente involucrada, centrada en nuestros intereses y en los valores compartidos de Estados Unidos y Chile, y usarlos como una oportunidad para él para tomar una posición firme”.
Interesante.