Uno de los principales promotores de la guerra entre Ucrania y Rusia, criticado por su horrible manejo de la pandemia y las medidas impuestas en su país, finalmente anunció su renuncia.
En horas de la mañana europea comenzaron a correr los rumores de la dimisión de Johnson, quien hasta hace algunas horas había manifestado su nula intención de presentar su renuncia al cargo. Ello pese a la deserción masiva de más de 50 miembros de su gabinete, entre ministros y subsecretarios.
La gota que rebalsó el vaso fue la posición tomada por Johnson respecto a unas denuncias por acoso sexual en contra de uno de sus aliados en Partido Conservador, Chris Pincher. El pasado 30 de junio, el diario The Sun sacó a la luz la noticia de que el entonces subjefe de la bancada conservadora en el parlamento habría manoseado a dos hombres en un club privado de Londres. Boris Johnson y sus asesores argumentaron que no sabían de estas acusaciones al momento de nombrarlo en el cargo parlamentario. Sin embargo, a inicios de esta semana la periodista de la BBC Ione Wells expuso que Johnson sí manejaba esta información y, de hecho, ya había recibido una queja formal por el comportamiento inapropiado de Pincher cuando este era ministro de Estado para Europa y América de la cancillería británica en 2019 y 2020.
Para rematarla, el martes de esta misma semana, el ex alto funcionario del Ministerio de Exteriores, Sir Simon McDonald, expuso que Johnson incluso había sido informado de manera personal de estas acusaciones. Ante esto, la reacción de la casa de gobierno, la famosa Downing Street, fue decir que al bueno de Boris se le había olvidado. Quizás esa cabecita con cuatro pelos rubios ya no puede contener estas informaciones y, además, estaba preocupado de mantener la beneficiosa (para el Reino Unido y sus amigos) guerra en el este de Europa. Aquí comenzó la debacle de las renuncias, siendo los de Economía y Salud los primeros en presentar su dimisión el día martes.
La figura de Johnson ya estaba en el suelo desde hace algún tiempo, hace tan solo un mes había enfrentado una moción de censura para removerlo de su cargo por el llamado partygate, referido a las fiestas y malones que habían sido organizadas durante la pandemia en la casa de gobierno, mientras el resto del país debía enfrentar los momentos más duros de la crisis sanitaria. En esa ocasión se salvó, pero enfrentó el rechazo del 41% de los diputados conservadores que votaron a favor de su salida. La crisis en los Tory (nombre coloquial con el que son conocidos los conservadores en el Reino Unido) ya estaba declarada.
La intención del inocente Boris es mantener su cargo hasta el otoño europeo, octubre, cuando se celebra el congreso del Partido Conservador. Sin embargo, sus ex camaradas ya olieron sangre y las campañas para ocupar su lugar han comenzado de inmediato, incluso antes de que se oficialice su dimisión. The Daily Telegraph (o El Mercurio británico) ya ha adelantado que este mismo fin de semana podrían lanzarse candidaturas, donde destacan las de muchos de los ministros que han renunciado en las últimas horas.