Ofendido respondió el gremio de los profesores al llamado del Ministerio de Educación de mantener los liceos abiertos una semana durante las vacaciones de invierno y que hagan “algunas dinámicas” con los niños. “No somos guardería”, respondieron y que no está en su contrato de trabajo, ni que su labor es alimentar a los niños.
No faltaba más.
Debido al alza de las enfermedades respiratorios y a la presión sobre el sistema sanitario -y por otras razones que no dice, pero que tienen que ver con las movilizaciones de los estudiantes- el gobierno decidió ampliar a un mes las vacaciones de invierno. Pero, al poco andar, decidió que los liceos permanezcan abiertos entre el 30 de junio y el 6 de julio y que los profesores “programen dinámicas para los alumnos”.
Para hacérselas fácil además dispuso, a través de la plataforma Educarchile, cinco recomendaciones para realizar las actividades durante esa semana: generar diálogos y reflexiones a partir de videos o películas; hacer juegos y dinámicas para cumplir con alguno objetivos como la confianza, cohesión grupal, desarrollo emocional, comunicación y resolución de conflictos, etc. etc.
Ese “haga una dinámica” que instruye el ministerio se parece harto a “haga cualquier cosa para mantenerlos ocupados a estos cabros.. y cabras”.
Los profes, no es sorprendente, se sintieron ninguneados. Carlos Díaz, el presidente del colegio de profesores, respondió indignado. “No somos guardería. Esto de venir, porque hay que cuidar probablemente a algunos niños, no está en nuestro contrato de trabajo… y tampoco está en nuestro contrato de trabajo dar almuerzo a los estudiantes”.
Pero el dirigente del gremio se ofende con la verdad: los liceos en Chile son una guardería. Cómo podrían ser otra cosas, esos lugares donde niños, niñas y jóvenes son “guardados”, mientras sus madres, padres, abuelos, tíos y cuidadores van al trabajo, desde el alba al atardecer.
¿Acaso en estos establecimientos hay educación de calidad, calor para acoger las largas jornadas completas, alimentación decente para nutrir el derecho al saber?
Ofendidos de que los ninguneen. Pero acaso ha salido el altivo gremio, con esa misma indignación a apoyar públicamente a los muchachos cuando salen a exigir – en las calles y dando cara a la represión- educación pública de calidad, con dignidad, negada, gobierno tras gobierno durante los últimos treinta años?
¿No es acaso eso, una guardería para el hijo del trabajador, en lo que convertido el régimen la educación pública de nuestro país? Al menos desde el gremio, llegan tarde a las conclusiones. Y los perjudicados son ellos.