Miles llegan a Quito

En el noveno día de paro, miles llegaron a Quito. En la Universidad Católica, la policía reprimió a los movilizados, pero es una aguja en un pajar, porque la capital está tomada por la movilización. Las calles, los barrios, son del pueblo.

Una marea humana de gente con ganas de luchar, con entusiasmo, llamada a ese acto final en el que vencerá, al canto del “pueblo unido” o  de “logramos pasar, por sus hijos y los hijos de nuestros hijos, vamos con fuerza carajo, vamos a Quito, el pueblo unido jamás será vencido”. Indígenas, campesinos, trabajadores, mujeres con niños, estudiantes, con palos, con banderas, sin zapatos, sin maletas, llegaron a Quito.

También están los militares que, apostados al margen de camino, toman fotos con los celulares mientras pasa la fervorosa marea humana. Han salido por orden del presidente Guillermo Lasso para establecer un estado de excepción que no ha servido más que para hacer evidente lo evidente: que ya está de nuevo el pueblo levantado.  

Porque en Quito, en las avenidas principales, en las calles de los suburbios -aunque Quito es un suburbio porque con la crisis a todos les falta, y es de antes- y en todos lados el pueblo arma barricadas, se junta expectante, se encacha con la policía. Quito está tomada por el pueblo.

Y aunque Leónidas Iza, el líder indígena de la Conaie, llama a la calma, a actuar pacíficamente, a evitar enfrentamientos, en numerosos puntos de la ciudad hay barricadas, enfrentamientos con palos, de un lado, y lacrimógenas, desde el otro.

Los hechos más violentos los trajo la policía, que ingresó ilegalmente -ha reclamado la institución- a la Universidad Católica donde está apostada gran cantidad de gente venida de las provincias, en su mayoría indígenas.

Su líder, Iza, ha condenado públicamente que el gobierno sitiara con militares la Casa de la Cultura, el lugar que históricamente albergó a los manifestantes cuando llegaban a Quito.

Así fue en 2019. Pero Lasso no quiere recuerdos de esos días, entonces puso a los militares en la Casa del Cultura, como aquí, a los pacos en la Plaza Dignidad. Aún así, la Conaie pide calma.

Pero ya es tarde para ese llamado, porque el pueblo, una vez más, en Quito y el resto del país, ha salido a las calles, llamado por esa razón ineludible e imperiosa de que es momento -nuevamente- de luchar para cambiarlo todo,  pues  ¿qué otra cosa podríamos hacer?