Las cifras sindicales sitúan en un 95% la adhesión de los trabajadores a la huelga. Esto se traduce en 20.000 familias que durante estas dos semanas han pasado hambre, al no poder cobrar el dinero de los días trabajados. Todo esto, gracias a la intransigencia del empresariado, y en especial de Pymetal, la patronal más representativa del sector y quien debe negociar los dos convenios colectivos aplicables a los sectores de la siderometalurgia y el comercio del metal en Cantabria.
El convenio anterior finalizó en 2016 y desde entonces las negociaciones han sido infructuosas. Durante la pandemia las empresas se escudaron en la crisis, a lo cual los trabajadores respondieron, como siempre, aumentando la producción y trabajando más horas de las que les correspondían. Sin embargo, cuando han mejorado las cifras y los trabajadores exigen una retribucion equivalente a lo que ellos hicieron en pandemia, la burguesía les da un portazo en la cara. Sólo por mencionar algunas cifras, durante 2021 la producción industrial en Cantabria creció de media 10,6%, lo que se traduce en más de 3,5 puntos porcentuales que la media nacional.
¿Qué piden los trabajadores? Nada del otro mundo, como siempre, somos realistas y con los pies bien puestos sobre la tierra. Una revisión salarial año a año, tomando en cuenta el IPC real de cada período. En la actualidad la inflación se empina por sobre los 8 puntos, por lo que piden un aumento salarial no menor al 5%. En comparación con otras huelgas en el país, están pidiendo algo del todo razonable, los trabajadores del metal en Huesca y Terual aumentaron en un 7,4% sus salarios en enero y los de Zaragoza actualizaran sueldos a fin de año.
El empresariado responde con ofrecimientos mezquinos, un incremento del 4,5% recién en 2022 y que bajaría a 3,5% en 2023 y 2024. Esto significaría una pérdida de poder adquisitivo inadmisible para los trabajadores y sus familias.
Pero como ya vimos en Cádiz hace algunos meses, la tenacidad y moral de la clase trabajadora es inquebrantable. Somos personas que sabemos lo que es luchar día a día por poner el pan en la mesa y no nos amedrentarán con sus amenazas por la televisión, ni sus mentiras y falsedades para desprestigiar el movimiento. Así como antes fue en Cádiz y ahora en Cantabria, en todo España la clase trabajadora comienza a movilizarse frente a las necesidades propias de participar en una guerra que no les pertenece y ser títeres de los intereses imperialistas de Estados Unidos. Las huelgas se suceden en Tubacex en el País Vasco, Inditex de Zaragoza, Pilkington en la Comunidad Valenciana y por los impagos de Aluiberica en Galicia y Asturias. El pueblo de España se levanta y sigue forjando, cual metal, el futuro para una vida digna. ¡Todo el poder a la clase trabajadora!