En Valdivia, los pobladores se organizan y dan la pelea. Este 4 de junio los vecinos y vecinas de las poblaciones Pablo Neruda y Yáñez Zabala decidieron el futuro de los infames edificios de “La Rotonda”.
Es un símbolo de este régimen. En 2009 fueron entregados unos inmuebles del programa “Quiero mi Barrio”. Debieron llamarlo “quiero mi tajada”, porque la supuesta sede vecinal emplazada en el sector de La Rotonda, que une a las poblaciones Pablo Neruda y Yáñez Zabala no servía de nada, menos para la “vida comunitaria”, como habían prometido. Mientras la constructora cobraba, los vecinos se quedaron con una mole abandonada. Ni biblioteca, ni jardín infantil, nada. Puro cuento y puro gasto. Alguien ganó, pero los pobladores perdieron.
Muy rápido pasó lo que tenía que pasar. Es cosa de pasearse cinco minutos por fuera de La Rotonda matiné, vermouth o noche- para darse cuenta del problema, pero también de la solución. Como dicen los pobladores “esos edificios son un boliche, un baño público, un lugar donde no pueden andar los niños sin ver mear a un curao“. Y cosas peores.
Ahora los vecinos organizaron una consulta para demoler esas ruinas del Estado. El resultado: 350 votos Sí, contra sólo 75 en contra.
Pero que hubo llanterío de algunos, lo hubo. Según los defensores del estropicio, sólo había que “mejorarlos”; que la votación no era representativa; que sólo fueron a votar los amigos de los dirigentes; y así, una tras otra. Dicen por ahí, que durante su campaña por el, digamos, Rechazo le llegaron hasta unos charchazos a uno.
Pero la realidad es bien concreta, la votación fue masiva y los edificios se van abajo. Al menos, eso dicen.
Una vecina comenta “fue una burla lo que hicieron ahí, esperábamos algo mejor, no dio ni un beneficio para la comunidad”, y es que esa es la realidad de nuestras poblaciones. Lo que llega, tarde, mal y nunca, se queda ahí y nadie se hace cargo. Pensarán “ya démosle eso, para que se conformen”.
Y esa lógica se reproduce en nuestras escuelas, liceos, poblaciones, hospitales, trabajos. Es así como nuestros niños no pueden jugar tranquilos en las plazas. Es así como pasan frío en la escuela. Es así como esperamos horas y horas en el consultorio.
Ahora sólo queda cumplir la voluntad de los pobladores. Ya el año 2015 se había realizado una votación similar con el mismo resultado, la demolición de los edificios.
Entonces, todo quedó en nada.
La diferencia ahora es que los pobladores no tendrán la misma paciencia que tuvieron años atrás. Hoy sólo confían en sus propias fuerzas, en los dirigentes que se han ganado su puesto y el respeto de sus vecinos.
Y si las autoridades no cumplen, ya están avisados, saldremos a la calle.