La mañana de este martes 24 de mayo ha tenido lugar en una escuela primaria de Texas, uno de los hechos más brutales de los que se tenga recuerdo reciente en Estados Unidos. Un tiroteo en la Escuela Primaria Robb de la ciudad de Uvalde en el Estado de Texas, ha cobrado la vida de 21 personas, 19 de los cuales eran menores de edad.
La información entregada por el gobernador del Estado, Greg Abbot, sostiene que durante la mañana del martes un joven de 18 años, provisto de una pistola y posiblemente un rifle, disparó contra más de una docena de niños. Además de los 19 menores ya mencionados, las otras víctimas son profesores del establecimiento.
Este lamentable hecho coincide con un informe arrojado por el FBI, la agencia federal de investigaciones del país norteamericano, donde se indica que los tiroteos se habían multiplicado en 2021, pasando de 40 en el año 2020, a más de 60 el siguiente año. Durante el 2021 los tiroteos cobraron la vida de más de 100 personas, y otro centenar más de heridos de diversa consideración.
No es casualidad la violencia intrínseca de la sociedad estadounidense. ¿Qué se puede esperar de un país que ve a su gobernante incitar guerras en distintos puntos del planeta? La triste tradición yankee de matanzas, tiroteos masivos y asesinatos a sangre fría, se condice con la forma en que se ha estructurado su sociedad y la forma en que se presenta frente al mundo. En ningún caso son culpables de todo esto los ciudadanos estadounidenses, quienes al igual que usted y nosotros, se levantan día a día para trabajar y mover al gigante país. Como ya hemos visto antes, las consecuencias de un discurso beligerante, violento y contrario a la paz del mundo, le explota en la cara y a costa de la vida de personas inocentes, a un octogenario presidente como Biden, que se preocupa más de marginar países que no siguen sus instrucciones de la Cumbre de Las Américas, o de que sigan muriendo personas en Ucrania, o de intervenir Somalia, o de plantear la posibilidad de una guerra en Asia.
En fin, desde aquí enviamos nuestras condolencias al pueblo estadounidense que nada tiene que ver con sus infames gobernantes, y los instamos, al igual que todos los pueblos del mundo, a tomar el destino de sus vidas por sus propias manos, para que no sigan proliferando estos trágicos y atroces hechos.