Así de alzados llegaron los muchachos de regreso a clases. Con otras costumbres alimenticias. Así se explicó la Junaeb, en una entrevista al diario que miente, sobre los conflictos que ha tenido el negocio de la comida con el regreso a clases presenciales.
Sí, es que durante el encierro los jóvenes pasaron el tiempo a punta de caviar y trufas y no han entendido que con lo de la guerra de Ucrania y Rusia hay alimentos que salieron de circulación, sobre todo aquellos importados de los sombríos bosques del este y los gélidos mares del norte.
Y claro, no es ná así la cosa po. Uno no puede darles el gusto en todo a estos cabros de porquería, todos mañosos.
En una entrevista con el diario El Mercurio la Junaeb reflexionó a lo brillante sobre los conflictos que ha tenido la empresa, perdón, la institución pública, privatizada, encargada de la alimentación en los liceos públicos a propósito de uno de los principales reclamos en las calles que han gritado los secundarios por el derecho a tener como mínimo una alimentación digna durante las eternas horas de la “jornada escolar completa”.
“La combinación de sabor y nutrición es un desafío constante para Junaeb, lo que con la vuelta a la presencialidad en los establecimientos se vio aún más afectado debido a que los estudiantes retornaron con costumbres alimentarias de su hogar” se las mandaron los sociólogos de la Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas, Junaeb.
“Por eso ahora requiere un trabajo que permita concientizarlos en el gusto por alimentos como ensaladas, frutas, guisos de verduras, legumbres, entre otros” agregaron los eruditos.
Los reclamos de los secundarios tienen que ver con las condiciones de salubridad de la comida y de su capacidad nutricional. En resumen, les están dando porquerías podridas a la hora del desayuno y del almuerzo. Ahora resulta que son regodeones.
Es que los muchachos no han entendido que para la jornada completa basta con una dosis de quinoa, masa madre, nueces y una hoja de lechuga. La Junaeb está muy preocupada de que la alimentación sea balanceada, menos grasas y sal. Más balanceo, entonces ya no más trufas ni caviar.
Pero los grandes pensadores ya tienen la solución. Reconocen que como se equivocaron las nuevas plurinacionales autoridades al eliminar “platos que eran de gusto popular” y pusieron en la dieta cosas como “ensalada de lentejas al almuerzo” y un “vaso de leche con huevo duro al desayuno” mejor volver al “pan con té al desayuno”. Si esta gente ni siquiera conoce la leche, pensarán.