Marchan los valientes hijos del pueblo

Cerca del medio día, desde muchos liceos del gran Santiago, llegaron al centro para marchar, juntos, hacia el Ministerio de Educación. Las imágenes de la convocatoria hablan por sí mismas, considerando que esto está empezando, los chicos agarran fuerza. Y con ella, van con convicción.

Marchan los valientes hijos del pueblo, nuestros niños y niñas. Saben que serán reprimidos, y marchan. Porque se quemen buses, o se marche con pancartas, llegarán los carros, el lumpen de verde y el lumpen fondeado, a amedrentar, a apalear. Porque con el gobierno plurinacional de Boric, la represión no ha hecho sino aumentar.

Los chicos llevaron las demandas a cuestas. Dignidad para estudiar. Trajeron la marcha y una evasión masiva en le metro. ¡Evadir, no pagar, otra forma de luchar!

Y aunque los muchachos saben de símbolos, lo suyo no es simbólico, lo suyo es real. Tan real como la porquería que comen en los liceos al desayuno y en el almuerzo;  real como el frío que pasan en las salas de clases, real como la desazón cuando no hay quien les enseñe porque para ellos tampoco hay profesores.

De lo real, de lo verdadero, de lo necesario y urgente que exigen nuestros hijos, callan las autoridades. No solo el gobierno calla. De lo real, de lo verdadero, necesario y urgente callan también «los convencionales», callan los diputados, los senadores, los jueces, los actores famosos, los intelectuales. Callan en la televisión y las radios y callan en la prensa escrita. Callan los privilegiados, los acomodados y los oportunistas.

Callan los que hoy tienen tres chauchas más en el bolsillo porque les dieron una peguita en algún lado. Callan los que votaron a Boric y sus secuaces y callan porque no pueden sino más que guardar silencio, los cobardes.

Calla el régimen completo mientras los niños reciben palos. Son nuestros hijos. Y marchan y gritan fuerte por ellos y también por los que como ellos, aun están presos, por luchar, como ellos.

Cada injusticia, cada golpe, cada abuso, cada silencio ejercido, será castigado. Porque en esta lucha, no hay vuelta atrás.