Mientras los estudiantes secundarios se manifiestan, el gobierno sentó una nueva doctrina: los que quieran dialogar, bien; los que no, pa’ dentro.
Al progresista y yogui presidente de la República, Gabriel Boric Font, las palabras le salen de corrido. Que la violencia no es el camino, que si quieren resolver las cosas, por favor, vengan a dialogar. Que si los camioneros paran el país, por favor, pase usted a dialogar. Antes, sírvanse unos canapés; los puchos ya vienen, se los traen en radiopatrulla.
Pero con los estudiantes, la cosa es distinta.
“En este Gobierno los estudiantes que quieran dialogar van a tener las puertas abiertas. Los que quieran quemar buses o utilizar medios violentos para defender sus reivindicaciones tendrán que responder ante la Ley” -de algún modo lo dijo en mayúsculas- “como corresponde”, alardeó Boric.
La selección de quién es quién, sin embargo, la hacen los pacos. Y su método es palos para todos.
Pero ¿de qué quiere dialogar el gobierno?
Los liceos públicos se caen a pedazos, la comida sabe y huele a porquería, se cuela el frio por los vidrios rotos y el agua en los inodoros se da cada tres horas. Se llenan los pasillos de ratones. Esa es la educación para los hijos de los trabajadores. Así, pedir más profesores, ya es una delicadeza.
Hoy, los muchachos volvieron a las calles, y no fueron menos. Porque la lucha del pueblo, de sus hijos e hijas, va a más. Están los del Aplicación, los del Instituto Nacional y hoy también los del Barros Arana, las chicas del Carmela Carvajal, las del Liceo Tajamar. Están ellos, ellas y sus padres. Están en la calle, corriendo, están ellos recibiendo palos.
¿De qué quiere dialogar el presidente? ¿Quiere quizás dilucidar si los ratones son “seres sintientes”? ¿O si deberán ser incluidos en las comunidades escolares?
Dialoguemos, con altura de miras.
O, mejor, saca los ratones, CTM. Pero con respeto.