En ese hotel de moda en los ochenta, el Sheraton, un graneado grupo, fiel representante de aquellos tiempos, se reunió hace algunos días para “reflexionar” sobre la constituyente. Compartir temores y anhelos.
Señores y señoras, he aquí “nuestra elite”.
He aquí una pequeña reseña de la peculiar fauna asistente. Pero antes, un poco de contexto. Quería ante todo, ser una convocatoria “muy discreta”. Sin prensa ni anuncios en redes sociales, sin fotos. Una asamblea de los gremios para “fijar posturas” del empresariado, frente al próximo plebiscito “de salida”, como le dicen, del proceso constituyente.
Es que “hoy está en juego el modelo que nos ha permitido el crecimiento”, advirtió el convocante primero, nada más ni nada menos que el líder de los “emprendedores”, Juan Pablo Swett.
“Por eso, les pregunto hoy: ¿qué haremos? ¿Cómo nos organizaremos? ¿Daremos la cara frente al país que se nos viene? ¿Saldremos a las plazas y calles a contar cuál es la visión del sector productivo más importante de Chile? ¿O callaremos?” exclamaba un inspirado Swett en medio de calurosos y emocionados aplausos.
Y claro, el evento contaba con un selecto y eufórico público asistente.
Por ejemplo, estaba el representante de esa colección de viejos verdes, mafiosos y ladrones llamado Sergio Pérez, el de los camioneros. El que convoca a paro cada vez que necesita una chauchas, aunque eso signifique desabastecer al país en sus momentos más críticos. Un prototipo sin dios, ni patria, ni madre.
No faltó tampoco el escritor chanta, el mantenido -al que no le conocemos ni un solo libro, cabe decir- el amarillo (así se llama a sí mismo y a los que representa) Cristián Warnken. El de las columnas melosas, lloronas y mojigatas de los domingos en el Mercurio. El muy listillo.
Nunca está demás tener en estas selectas reuniones un tránsfuga. Y qué mejor que una definición de diccionario del término tránsfuga, pero en forma humana: Óscar Guillermo Garretón. No busque en la RAE, sólo mírelo a él, político izquierdista devenido en gestor de intereses empresariales, versión rancia.
“Queríamos una constitución para todos y no un engendro de dictaduras que fuera para unos pocos. Queríamos un país unido y no fragmentado en micronaciones”, dijo, ya un poco borracho, con nariz hinchada de beber whisky tras whisky on the rocks.
Y adivinen qué. También estuvo este otro que nunca deja de dar sorpresitas. Con ustedes, Pepe Auth. Un sujeto muy especial. Pasó de los salones progre en Paris, onda Touraine, Foucault y compañía, al chupar shop de litro y morfar crudos con mayonesa Hellman’s en el Lili Marleen, junto a su amigo, el enorme facho Sergio Melnick. Entre medio, fue en embajador y diputado.
Auth se mandó un acertijo. Dijo que la convención parecía una foto movida de la sociedad. “Más cerca de la realidad fue Chile Vamos y Republicanos consiguiendo 20,6% de los votos el 20 de mayo del 2020, o Chile Vamos y Republicanos consiguiendo 37% de los votos en la última elección parlamentaria”. ¿¿¿¿Ahhh????? Sí, un acertijo.
Es que a esa hora el PPD ya no estaba muy concentrado. Se deslizaba en cuatro patas, con camisa y corbata fuera, bajo las mesas del salón vip, tratando de agarrar unos dólares que había perdido Swett al sacar su pañuelo para limpiar unos goterones de sudor que le caían de las sienes. Estaba justo en una alocución que lo tenía al borde del síncope pidiendo al público “alzar la voz por nuestros carabineros”.
Caía, decimos, el sudor de su rostro mofletudo a la par que aumentaban sus decibeles, al borde del síncope, furibundo, emocionado a no más dar. “No se trata de frenar los cambios, se trata de que cada uno de ustedes salga hoy de este salón a jugársela por Chile, para que en el futuro puedan mirar a los ojos a sus hijos y a sus nietos y decirles con orgullo ‘yo defendí a este país llamado Chile’. ¡Viva Chile, mierda!”
Fue tanto el paroxismo del encuentro que, dicen las malas lenguas, luego se fueron todos al Passapoga; y que, también, llegaron algunos altos mandos de los pacos, que traían un cerro de “mota” y que atrás venían los jueces. Que un subsecretario de no sé qué cartera venía bien doblao y medio afirmado del hombro del Checho Hirane.
Dicen que fue una noche de aquellas. Nuestra elite.